Algunos amigos, seguidores de este blog, siempre me dicen que están esperando algún texto en el que cuente acerca de cosas negativas de este lugar. “No puede ser que sea todo perfecto”, dicen casi enojados, aunque no sé con quién. De todas formas, es importante dejar claro que tienen razón. No lo es.
Como hemos contado en más de uno de estos textos, el Estado alemán está muy presente. Cuando una persona no tiene trabajo, se presenta en el Arbeitsamt (la oficina de empleo) y, tras el cumplimiento de los trámites de rigor, se le otorga un subsidio que alcanza los mil quinientos euros por mes, aproximadamente. Según el caso, también se le proveerá del dinero del alquiler de una vivienda acorde con las necesidades del grupo familiar a cargo del desempleado y algunos electrodomésticos básicos como televisor, heladera y lavarropas. La ayuda también incluye descuentos en diversos servicios que están a cargo del Estado, como el transporte, para el cual el Arbeitslos (desempleado) paga el cincuenta por ciento del valor del abono mensual. Con esa asignación de dinero y las ayudas aledañas, a nadie le falta lo imprescindible para su manutención.
No se apuren. Esto que por un lado es un aspecto muy positivo de la organización social alemana tiene también unos cuantos flancos vulnerables al análisis. Me contaban que antes, el beneficiario de esta asistencia debía presentarse una vez por mes para que las autoridades corroboraran que no se había modificado la situación por la cual está recibiendo la ayuda estatal. Actualmente, ese trámite se puede hacer por internet. Esta política, garantista casi al extremo, permite excesos e injusticias.
Así se da el caso, por ejemplo, de un compatriota nuestro que lleva algunos años viviendo en Köln. Se encontró con un amigo que tenemos en común y le contó que había decidido tomarse un año sabático, rentado por el Arbeitsamt, presentándose como desempleado. Como los controles son algo endebles, no le sería difícil salirse con la suya. A veces también se encuentran “mendigos”, que en su mayoría son jóvenes enojados y rebelados contra “el sistema”, del que sólo les parece bien, obviamente, la ayuda económica que ese sistema les facilita y a la cual engrosan pidiendo las monedas con las que compran la cerveza que riega sus largas horas de reunión y charla en alguna vereda colonesa y que también alcanza para darles de comer a los perros que siempre los acompañan. Lo único que puede decirse en favor de ellos es que no son molestos ni agresivos en el pedido. En la estación de ómnibus, que está pegada a la de trenes, hay un viejo micro acondicionado como un pequeño refugio al que estas personas acuden en búsqueda de una ración de comida y de alguna bebida caliente en invierno.
Aunque no es tan estrepitosa como en otros países, en Alemania también se hace notar la famosa “crisis global”. Este país construyó su ventura de las últimas décadas siendo uno de los más importantes exportadores del mundo; muchos de sus clientes están reduciendo gastos y requieren mucho menos de los bienes y servicios que proveen los alemanes. Las empresas dedicadas a rubros que trabajan con acuerdos a largo plazo están un poco más aliviadas en esta coyuntura, ya que ellos están firmados y se cumplirán; el problema lo tienen aquellos cuyos movimientos no permiten esa previsibilidad. Nosotros, los relatores en español de la Bundesliga, estamos entre estos últimos. Nuestra inestabilidad está basada es que estamos en tiempos de renovación de los derechos de emisión de los partidos en el exterior. Algunas de las empresas que adquieren la licencia para retransmitirlos en los países de habla hispana tienen a sus propios periodistas, por lo que no utilizan durante las transmisiones el audio en castellano que se envía desde acá. Eso hace que los nuevos administradores alemanes de la señal internacional estén pensando en deshacerse de un servicio que sus clientes, en principio, parecen no necesitar. No se argumentan cuestiones económicas, ya que el servicio en inglés se mantendrá en cualquier caso y para eso hará falta sostener lo más importante y costoso de la estructura. Dentro del volumen de dinero que se maneja para llevar a cabo este servicio, el gasto que representamos los tres relatores en español es insignificante, pero ellos piensan que no tiene sentido mantenerlo si los licenciatarios no utilizan nuestros comentarios, aunque el precio por el cual se les venden los derechos es el mismo con o sin el audio en castellano. Tiempo atrás ha pasado que, ante la consulta de los alemanes, los dueños de los derechos para Latinoamérica han dicho que querían nuestros relatos aunque no los retransmitieran, ya que lo que nosotros decíamos les servía de guía a los periodistas que comentaban los partidos en cada uno de esos canales. Según se nos dijo, en marzo habrá consultas y, atentos a los resultados de ellas, tomarán una decisión. Nunca hubo quejas para nuestro desempeño (al menos nunca nos llegaron). Como quedó expuesto más arriba, en principio no se trata de una cuestión de (in)capacidad nuestra; o para decirlo mejor, no sólo de eso.
Como hemos contado en más de uno de estos textos, el Estado alemán está muy presente. Cuando una persona no tiene trabajo, se presenta en el Arbeitsamt (la oficina de empleo) y, tras el cumplimiento de los trámites de rigor, se le otorga un subsidio que alcanza los mil quinientos euros por mes, aproximadamente. Según el caso, también se le proveerá del dinero del alquiler de una vivienda acorde con las necesidades del grupo familiar a cargo del desempleado y algunos electrodomésticos básicos como televisor, heladera y lavarropas. La ayuda también incluye descuentos en diversos servicios que están a cargo del Estado, como el transporte, para el cual el Arbeitslos (desempleado) paga el cincuenta por ciento del valor del abono mensual. Con esa asignación de dinero y las ayudas aledañas, a nadie le falta lo imprescindible para su manutención.
No se apuren. Esto que por un lado es un aspecto muy positivo de la organización social alemana tiene también unos cuantos flancos vulnerables al análisis. Me contaban que antes, el beneficiario de esta asistencia debía presentarse una vez por mes para que las autoridades corroboraran que no se había modificado la situación por la cual está recibiendo la ayuda estatal. Actualmente, ese trámite se puede hacer por internet. Esta política, garantista casi al extremo, permite excesos e injusticias.
Así se da el caso, por ejemplo, de un compatriota nuestro que lleva algunos años viviendo en Köln. Se encontró con un amigo que tenemos en común y le contó que había decidido tomarse un año sabático, rentado por el Arbeitsamt, presentándose como desempleado. Como los controles son algo endebles, no le sería difícil salirse con la suya. A veces también se encuentran “mendigos”, que en su mayoría son jóvenes enojados y rebelados contra “el sistema”, del que sólo les parece bien, obviamente, la ayuda económica que ese sistema les facilita y a la cual engrosan pidiendo las monedas con las que compran la cerveza que riega sus largas horas de reunión y charla en alguna vereda colonesa y que también alcanza para darles de comer a los perros que siempre los acompañan. Lo único que puede decirse en favor de ellos es que no son molestos ni agresivos en el pedido. En la estación de ómnibus, que está pegada a la de trenes, hay un viejo micro acondicionado como un pequeño refugio al que estas personas acuden en búsqueda de una ración de comida y de alguna bebida caliente en invierno.
Aunque no es tan estrepitosa como en otros países, en Alemania también se hace notar la famosa “crisis global”. Este país construyó su ventura de las últimas décadas siendo uno de los más importantes exportadores del mundo; muchos de sus clientes están reduciendo gastos y requieren mucho menos de los bienes y servicios que proveen los alemanes. Las empresas dedicadas a rubros que trabajan con acuerdos a largo plazo están un poco más aliviadas en esta coyuntura, ya que ellos están firmados y se cumplirán; el problema lo tienen aquellos cuyos movimientos no permiten esa previsibilidad. Nosotros, los relatores en español de la Bundesliga, estamos entre estos últimos. Nuestra inestabilidad está basada es que estamos en tiempos de renovación de los derechos de emisión de los partidos en el exterior. Algunas de las empresas que adquieren la licencia para retransmitirlos en los países de habla hispana tienen a sus propios periodistas, por lo que no utilizan durante las transmisiones el audio en castellano que se envía desde acá. Eso hace que los nuevos administradores alemanes de la señal internacional estén pensando en deshacerse de un servicio que sus clientes, en principio, parecen no necesitar. No se argumentan cuestiones económicas, ya que el servicio en inglés se mantendrá en cualquier caso y para eso hará falta sostener lo más importante y costoso de la estructura. Dentro del volumen de dinero que se maneja para llevar a cabo este servicio, el gasto que representamos los tres relatores en español es insignificante, pero ellos piensan que no tiene sentido mantenerlo si los licenciatarios no utilizan nuestros comentarios, aunque el precio por el cual se les venden los derechos es el mismo con o sin el audio en castellano. Tiempo atrás ha pasado que, ante la consulta de los alemanes, los dueños de los derechos para Latinoamérica han dicho que querían nuestros relatos aunque no los retransmitieran, ya que lo que nosotros decíamos les servía de guía a los periodistas que comentaban los partidos en cada uno de esos canales. Según se nos dijo, en marzo habrá consultas y, atentos a los resultados de ellas, tomarán una decisión. Nunca hubo quejas para nuestro desempeño (al menos nunca nos llegaron). Como quedó expuesto más arriba, en principio no se trata de una cuestión de (in)capacidad nuestra; o para decirlo mejor, no sólo de eso.
Así todo, mis compañeros y yo somos optimistas y esperamos que las decisiones que se tomen en poco tiempo sean favorables a nuestras aspiraciones de mantener este trabajo que nos llena de legítima satisfacción, permitiéndonos hacer una vida sin sobresaltos a cambio de entregarle lo mejor de cada uno de nosotros a la tarea que más nos gusta hacer, que, en mi caso, desde hace casi veinte años es la única para la que me siento útil.
3 comentarios:
Fernando, creo que los pedidos para que en tu blog reflejes la cara menos grata de Alemania y no sólo las cosas que allí funcionan a la perfección tiene que ver con que la comparación que inexorablemente surge con el otro lugar en el que viviste, o sea Argentina. Entiendo que hay gente a la que le molestan las críticas al país cuando vienen desde "afuera", aunque las compartan. Existe ese falso nacionalismo. Personalmente, no comparto esa postura, y aunque haya críticas que no comparta, a veces exacerbadas por la distancia, sé que la mayoría de los emigrados las hacen con un profundo dolor, ya que bien quisieran estar viviendo en Argentina si las cosas funcionaran de otro modo; es decir, bien.
En mi caso, tuve la oportunidad de visitar Europa -o más precisamente algunas de sus ciudades- en dos oportunidades. Además de su legado histórico, de su bellaza cultural y su modernidad, quedé para siempre enamorado de ese perfecto funcionamiento de las cosas, de la posibilidad de planificar, del orden, de la presencia estatal y de todo el andamiaje que posibilita una gran calidad de vida. Pero me chocó la discriminación, la xenofobia y las distantes relaciones personales, incluso entre padres e hijos. De todos modos mi visión es fragmentaria y en nada se puede comparar con la de alguien que vive allí el día a día de la vida cotidiana, como es tu caso.
Respecto de los más importante de tu post, que es tu continuidad laboral en Alemania como relator en español de la Bundesliga, sólo decirte que están puestos todos mis deseos en que se dé la continuidad para que puedas seguir adelante allí, tal como es tu deseo.
Un fuerte abrazo, Patricio.
1.500 euros por mes, alquiler, tv, cocina, heladera y transporte!!!!!!!!! Todo eso por hacer nada???? …me parece una exageración , no debe ser para todo el mundo igual, supongo, si no..vamos todos a Alemania a hacer el papel de rebelados contra el sistema. Y si fuera así realmente creo es la manera perfecta de invitar a la gente a tomarse unos agradables años sabáticos.
Argentinos maravillados con Europa, europeos fascinados con Argentina. Esto me hace pensar que todo es bastante relativo y depende del cristal con que se mire y desde donde se lo mire. Obviamente a nosotros nos gusta, nos seduce todo aquello que no tenemos en nuestro lugar..pero lo mismo pasa con el que visita Argentina, por algo se enamoran, algo les debe faltar en su país, tendrán mucho orden, mucho respeto pero evidentemente no alcanza, eso no lo es todo, aunque no son detalles menores. Habrá que ver que sucede cuando se deja de ser visitante para pasar a jugar de local.
A mi no me molestan para nada las criticas que se le hacen a la Argentina, lo que si me molesta es no tener mas opción que compartirlas y encima agregar unas cuantas mas. Pero quien sabe, tal vez después de vivir unos cuantos años en otro país también tenga mas criticas que flores para dar.
Lo primero que me impresionó fue la paz, la simpatía de la gente, el exceso de verde y algunas cosas mas….hoy eso me sigue sorprendiendo por supuesto, pero ahora también puedo ver los asientos del colectivo adornados con mensajes adolescentes, que el tren también se retrasa , que hay basura desparramada en las calles, que no todos respetan los semáforos, que el transito es un “caos”, que también la gente suele llegar a las 18.30 cuando debería llegar a las 18hs, que también te chocan al caminar por ir jugando con el celular, alguno que otro pidiendo una colaboración..
Discriminación, recelo y distantes relaciones personales hay en todos lados. A mi me gusta Argentina, quiero vivir en Argentina, porque nací ahí, crecí ahí y tengo todos mis amores, (menos uno-mas que importante- ), ahí. Y porque también Argentina tiene historia, belleza y modernidad, aunque pase desapercibida porque logicamente siempre ganan los aspectos negativos.
No puedo terminar, no puedo ser clara, no puedo formular una idea sin caer en la contradicción, no logro saber que es lo mejor. No se si me fui de tema o si ni siquiera logré acercarme, pero algo de todo eso es lo que me pasaba mientras leía texto y comentario.
El monto de la ayuda mensual que da el Estado me consta en algunos casos, aunque no sé si estos chicos (y no tan chicos) anarquistas reciben la misma cantidad. Si sé que no quedan a deriva, que lo esencial lo reciben.
De todas formas, toda Europa no es igual. Por ejemplo, en Alemania debe ser difícil encontrar una ciudad como Nápoles, ya sea por lo bella como por lo caótica; y en ambos aspectos, especialmente en el segundo, no es una cuestión de la ciudad en sí misma sino de la gente que vive en ella. Con algunas observaciones uno apunta a conductas, que no daría mucho trabajo, sería absolutamente gratuito modificar y representarían un enorme beneficio para todos.
Gracias a ambos por sus visitas y comentarios.
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