lunes, 15 de octubre de 2007

De Bielsas y Basiles

Ya está claro que Alemania es un lugar en el que uno puede sentirse a gusto; al menos si le toca llegar en las condiciones en las que pude hacerlo, con las necesidades básicas satisfechas. Sin embargo, nada logra disimular totalmente la distancia. Por eso tuvieron algo de especial las noches de sábado y domingo en El Rincón, ya que en ambas hubo una mini concentración de argentinos para ver al seleccionado de fútbol y a Los Pumas.
Todos los compatriotas que estuvimos viendo a los muchachos del devoto de los códigos, el talco, los cuernitos y el saco a pesar de los más de cuarenta grados de Venezuela, llegamos a este país buscando un horizonte mejor, aunque a algunos no estuviera yéndonos mal al momento de dejar Argentina. De hecho, yo mismo no tengo aun decidido cuánto tiempo va a durar mi estada en Köln. Pero creo que no me equivoco si afirmo que nos habría encantado tener la chance de desestimar por poco tentadoras las ofertas o posibilidades que se nos presentaron oportunamente; y la ecuación cierra no sólo desde lo económico, sino que al poco tiempo de estar instalado acá uno percibe que se trata de un modo de vida diferente y que esa diferencia está dada, fundamentalmente, por el respeto que los alemanes se entregan a sí mismos y a todos aquellos que de una manera u otra nos insertamos en su sociedad. Creo que por todo esto es que se dio algo curioso en las charlas que manteníamos mientras mirábamos el partido, en las cuales Marcelo Bielsa se llevó el protagonismo. Con matices, algunos somos militantes de esa causa y otros son más moderados, todos coincidíamos en que nos pondría más contentos verlo con el buzo de la AFA; casi como una declaración de principios.
Hice una mención en la entrada anterior acerca de las similitudes entre el fútbol y la sociedad de cada una de las naciones que, modestamente, este blog intenta unir. En la tierra del matrimonio que no tiene ningún reparo en manejar todo a favor de su proyecto de poder hegemónico, el fútbol hace casi treinta años que tiene al mismo presidente, tan grosero es sus procederes como los K. En el fútbol del país que tiene sugerentemente vacantes juzgados federales en los que se ventilan causas de corrupción no debe sorprendernos que un tipo intachable como Bielsa se haya hartado de nuestro medio y pegado el portazo, como tampoco puede tomarnos desprevenidos que la Selección esté a cargo de quien está. Pero que no sorprenda no nos sumerge en la resignación. En todos los órdenes, en todos sin excepción, deberíamos estar llenos de Bielsas. Pero no va a ser posible, no al menos en el corto plazo, porque las encuestas dicen que a la consorte le van a entregar la banda y al otro ya le aseguraron los próximos cuatro años de padrinazgo. Por si hace falta la aclaración, cuando nombro a Bielsa sólo me refiero a Marcelo, el entrenador de fútbol. Aunque no fuera del todo favorable a nuestra camiseta, creo que nos habría gustado que le fuese un poco mejor a quien consideramos el “bueno” de esta historia llena de “malos”. Será por eso que el 2 a 0 del final no nos euforizó ni nada parecido, más allá del deleite que en nuestra calidad de amantes de este juego nos produjeron los dos implacables tiros libres de Riquelme y las vertiginosas gambetas de Leo Messi.
A miles de kilómetros de distancia tampoco estuvimos exentos de la fiebre por Los Pumas. La televisión alemana entregó el partido ante Sudáfrica en vivo y un grupo de compatriotas se reunió en El Rincón para seguirlo durante la cena. Algunos pidieron subir el volumen de la transmisión televisiva y permanecieron parados mientras en el estadio se escuchó el Himno Nacional. Acá tampoco hubo desborde emocional, pero en este caso porque los sudafricanos marcaron desde el comienzo que eran los claros favoritos y que esa noche no habría margen para ningún milagro. Argentinos al fin, varios de los presentes sabían cómo había que ganarles a los Springbocks, aunque algunos de ellos eran los mismos a los que minutos antes habían tenido que explicarles cómo se contabilizan las anotaciones en este deporte y se sorprendían porque la mayoría de los jugadores rivales no eran negros.
En un regreso a las menciones sobre la vida cotidiana, después del fin de semana libre me espera una gran vuelta a los relatos. El viernes me toca el electrizante duelo entre Energie Cottbus y Duisburgo, último y antepenúltimo respectivamente del campeonato, ambos en puestos de descenso. Voy a preparar especialmente la garganta, porque temo que tendré que gritar para que se me escuche desde tan cerca del fondo de la tabla. Pero me conformaré con que haya al menos un gol para conservar mi invicto, que ya lleva treinta y tres partidos relatados en vivo sin empates en cero.
También puedo agregar que la semana pasada me convertí, con la apertura de una cuenta bancaria en la cual depositar mis ingresos, en un mísero e insignificante crustáceo en el océano de una de las economías más importantes del mundo, en la que no existe el riesgo de ahorros forzosos, planes Primavera o Austral, BonEx, BoCon, LeCOP, Patacones, feriados bancarios y cambiarios, corralitos, corralones, blindajes, megacanjes, riesgo país, índices truchos y todas esas delicias que han hecho que nuestra historia reciente no sea tan aburrida como la de estos amargos y monótonos alemanes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicitaciones por el blog, Fer.
Una sugerencia. Hagamos un aporte a la selección argentina.
Vos sabés que a Basile le fue muy bien en la Copas América del '91 (Chile) y '93 (Ecuador), mal en el Mundial '94 y bastante bien en la Copa América 2007 (Venezuela). Es decir, tuvo éxito en los países en los que al "Panadero" Díaz le entendían cuando pedía "talco". ¿Por qué no le decís cómo sepide en alemán? Prometo llamar a la Embajada de Sudáfrica para pregunta cómo se pide en afrikaans.