La coyuntura política en la Argentina me había hecho dispersar un poco en los últimos relatos. Ya había comentado que seguir la información de lo que pasa en nuestro país se vuelve un poco insalubre a veces y uno trata de evitarlo; pero por mejor que se pueda estar acá la intención no es, de ninguna manera, desentenderse de lo que pasa allá. Lo de uno tira, y mucho, aunque haya muchísimas cosas para contar desde esta ahora fría y casi siempre encapotada ciudad del oeste de Alemania, país al que nuestra nueva mandamás quiere tener como guía para su gobierno. Cuando hizo este comentario me invadió la nostalgia, porque me llevó a recordar los tiempos en los que con mi escaso metro sesenta y ocho centímetros soñaba con ser campeón de la NBA jugando como pivote para los New York Knicks o Los Angeles Lakers.
La idea fundamental de este espacio es hablar de cómo transcurre la vida en Köln. Para volver a alusiones a la cotidianeidad colonesa puedo contar que el viernes pasado tuve mi reencuentro con el fútbol cinco. Con los amigos de mi amigo Roberto Aramayo nos juntamos a jugar en unas canchas cubiertas muy lindas de césped sintético, aunque en una versión muy particular: eran iguales a las que se usan para el Showball, que tienen los arcos más grandes que los de Futsal y paredes que sirven para que el juego no se interrumpa nunca. Todo un desafío para las reservas de aire, mucho más después de dos meses de abstinencia deportiva. A pesar de que, a excepción de Roberto, nadie entendía las indicaciones que yo intentaba dar desde atrás a mis compañeros, mi equipo ganó con cierta comodidad y pude aportar cuatro goles, aunque los músculos de las piernas me facturaron durante los días siguientes el esfuerzo que debieron realizar.
Cuando llegué de vuelta a El Rincón estaba cenando Guido (no sé el apellido), un cliente frecuente; él es director de una escuela en Köln, en la cual los alumnos estudian la lengua de Cervantes entre otras materias. Cada año, mi amigo Gustavo y el mencionado Guido, que habla casi perfecto castellano con un marcado acento español, organizan con los estudiantes alemanes de nuestro idioma una fiesta a beneficio de dos escuelas de Sarandí, cercanas a la costa del Río de la Plata. Ya realizaron varios eventos de este tipo, todos con mucho éxito de concurrencia. Así, esas escuelas reciben ayuda fundamental para su sostén y funcionamiento. Hasta la embajada alemana toma parte en alguna etapa de la iniciativa. Obviamente, las autoridades municipales del partido de Avellaneda se enteraron del asunto y también quisieron sumarse; pero sólo intentaron hacerlo en el momento de la foto, de la cual fueron prudentemente excluidos, como debe ser. Los que esconden las boletas de los rivales políticos nos dicen que crecemos a niveles sorprendentes y que los índices de pobreza e indigencia caen vertiginosamente. Pero no hace mucho, el dinero recaudado en Alemania para nuestros chicos en Avellaneda debió ser utilizado para gastos fuera de previsión: antes de comprar pinturas, cerramientos, estufas, computadoras, pupitres y útiles debieron procurar una buena cantidad de champú para la sarna, porque varios de los chicos padecían este problema. En 2007, con recaudación impositiva récord al punto de habernos permitido cancelar diez mil millones de dólares de deuda con un organismo internacional y a diez minutos de viaje desde la Casa Rosada.
Guido y su esposa tuvieron un hijo hace alrededor de un mes. El bebé, hermoso, nació con síndrome de Down. Obviamente, no fue la mejor noticia para sus padres. Pero no estarán solos en la atención de este ser especial que se ha sumado a la familia. A lo largo de toda su vida, el Estado alemán estará cerca de ellos, especialmente del hijo del matrimonio. Durante la etapa de crecimiento recibirá atención pedagógica adecuada a sus necesidades y será estimulado por profesionales idóneos para que su desarrollo se produzca en las mejores condiciones posibles. Cuando termine los estudios y tenga edad para trabajar será ubicado en alguna empresa o repartición pública en la que desempeñará tareas acordes con sus posibilidades. Seguramente no se tratará de aspectos relacionados con la responsabilidad, pero nada impide que, por ejemplo, trabajen como correo interno dentro de las dependencias trasladando documentación de una oficina a otra. El Estado obliga a que se dé lugar a personas de estas características en los casos en los que es viable hacerlo. Eso es verdadera asistencia, no sólo económica; y no hace falta que corten calles ni que hagan número en los actos políticos del gobernante de turno.
Aunque me encuentre a mucha distancia geográfica, y remarco que es sólo geográfica, nunca evitaré, como no lo hice hasta ahora, las referencias a nuestra realidad. Detrás de la crítica que muchas veces yace en estos textos está el anhelo de que copiemos lo que otras sociedades hacen mejor que nosotros. Tenemos mucho que absorber de los alemanes en este rubro, que han aprendido a la perfección la lección que no hace mucho les dio la historia; y perdón por volver sobre esto, pero no necesariamente les va mejor porque son ricos; hasta es posible que el camino haya sido el inverso: son el motor de Europa porque saben administrar los recursos mucho más eficientemente y, más importante aun, no se permiten reivindicaciones ni segundas oportunidades para los que no entienden el poder como un instrumento para mejorar la vida de todos sino como un fin en sí mismo y por el cual no vacilan en despojarse hasta del último escrúpulo.
La idea fundamental de este espacio es hablar de cómo transcurre la vida en Köln. Para volver a alusiones a la cotidianeidad colonesa puedo contar que el viernes pasado tuve mi reencuentro con el fútbol cinco. Con los amigos de mi amigo Roberto Aramayo nos juntamos a jugar en unas canchas cubiertas muy lindas de césped sintético, aunque en una versión muy particular: eran iguales a las que se usan para el Showball, que tienen los arcos más grandes que los de Futsal y paredes que sirven para que el juego no se interrumpa nunca. Todo un desafío para las reservas de aire, mucho más después de dos meses de abstinencia deportiva. A pesar de que, a excepción de Roberto, nadie entendía las indicaciones que yo intentaba dar desde atrás a mis compañeros, mi equipo ganó con cierta comodidad y pude aportar cuatro goles, aunque los músculos de las piernas me facturaron durante los días siguientes el esfuerzo que debieron realizar.
Cuando llegué de vuelta a El Rincón estaba cenando Guido (no sé el apellido), un cliente frecuente; él es director de una escuela en Köln, en la cual los alumnos estudian la lengua de Cervantes entre otras materias. Cada año, mi amigo Gustavo y el mencionado Guido, que habla casi perfecto castellano con un marcado acento español, organizan con los estudiantes alemanes de nuestro idioma una fiesta a beneficio de dos escuelas de Sarandí, cercanas a la costa del Río de la Plata. Ya realizaron varios eventos de este tipo, todos con mucho éxito de concurrencia. Así, esas escuelas reciben ayuda fundamental para su sostén y funcionamiento. Hasta la embajada alemana toma parte en alguna etapa de la iniciativa. Obviamente, las autoridades municipales del partido de Avellaneda se enteraron del asunto y también quisieron sumarse; pero sólo intentaron hacerlo en el momento de la foto, de la cual fueron prudentemente excluidos, como debe ser. Los que esconden las boletas de los rivales políticos nos dicen que crecemos a niveles sorprendentes y que los índices de pobreza e indigencia caen vertiginosamente. Pero no hace mucho, el dinero recaudado en Alemania para nuestros chicos en Avellaneda debió ser utilizado para gastos fuera de previsión: antes de comprar pinturas, cerramientos, estufas, computadoras, pupitres y útiles debieron procurar una buena cantidad de champú para la sarna, porque varios de los chicos padecían este problema. En 2007, con recaudación impositiva récord al punto de habernos permitido cancelar diez mil millones de dólares de deuda con un organismo internacional y a diez minutos de viaje desde la Casa Rosada.
Guido y su esposa tuvieron un hijo hace alrededor de un mes. El bebé, hermoso, nació con síndrome de Down. Obviamente, no fue la mejor noticia para sus padres. Pero no estarán solos en la atención de este ser especial que se ha sumado a la familia. A lo largo de toda su vida, el Estado alemán estará cerca de ellos, especialmente del hijo del matrimonio. Durante la etapa de crecimiento recibirá atención pedagógica adecuada a sus necesidades y será estimulado por profesionales idóneos para que su desarrollo se produzca en las mejores condiciones posibles. Cuando termine los estudios y tenga edad para trabajar será ubicado en alguna empresa o repartición pública en la que desempeñará tareas acordes con sus posibilidades. Seguramente no se tratará de aspectos relacionados con la responsabilidad, pero nada impide que, por ejemplo, trabajen como correo interno dentro de las dependencias trasladando documentación de una oficina a otra. El Estado obliga a que se dé lugar a personas de estas características en los casos en los que es viable hacerlo. Eso es verdadera asistencia, no sólo económica; y no hace falta que corten calles ni que hagan número en los actos políticos del gobernante de turno.
Aunque me encuentre a mucha distancia geográfica, y remarco que es sólo geográfica, nunca evitaré, como no lo hice hasta ahora, las referencias a nuestra realidad. Detrás de la crítica que muchas veces yace en estos textos está el anhelo de que copiemos lo que otras sociedades hacen mejor que nosotros. Tenemos mucho que absorber de los alemanes en este rubro, que han aprendido a la perfección la lección que no hace mucho les dio la historia; y perdón por volver sobre esto, pero no necesariamente les va mejor porque son ricos; hasta es posible que el camino haya sido el inverso: son el motor de Europa porque saben administrar los recursos mucho más eficientemente y, más importante aun, no se permiten reivindicaciones ni segundas oportunidades para los que no entienden el poder como un instrumento para mejorar la vida de todos sino como un fin en sí mismo y por el cual no vacilan en despojarse hasta del último escrúpulo.
5 comentarios:
¡Muy bueno! No sabía lo de las escuelas de Sarandí.
Durante el mundial, y acompañado por un matrimonio amigo nos fuimos un par de días a Stutgart a conocer la ciudad, así de simple y así de importante. Caminar, aprovechar el tiempo al máximo, comer mucho y muy bien, beber con las mismas consideraciones anteriores, matarnos de risa mientras tanto y admirar todo lo que había para admirar, que desde ya no era poco. Obvio que en estas visitas de tiempo limitado, simpre quedan afuera museos, galerías, edificios históricos, casas de personalidades, empresas, fábricas, concentraciones industriales etc. etc., pero por lo menos queda un recuerdo básico y satisfactorio.
En el hotel una mañana, me acerco a la cocina luego del desayuno con la intención de solicitar agua caliente para el infaltable mate con canarias que acompañría nuestro recorrido matinal. "Hot water, please". Natural, era el camino más corto y por otra parte más seguro.
"Agua caliente quiere?, seguro que es para el mate no?!".
Que cosa, había un camino más corto y todavía más seguro, ja ja ja.
La mujer era Argentina, de Avellaneda, que un buen día conoció un alemán que estaba de paseo o trabajando (seguro que esto último) por nuestro país, y se enamoró del mismo, se le subió a "babucha" (o a cococho si preferís) y ahora trabaja y vive ahí y fue la que nos sorprendió con el español que añoraba hablar con alguien que le contestara sobre todo con tonada rioplatense, interjecciones, conjugaciones y modismos que tal vez escapan de parámetros académicos, pero que invariablemente aportan a la proximidad, al coloquio y acercamiento oral y hasta cierta facilidad o facilismo para abreviarnos ortografía y con eso establecer una complicidad algo torpe, pero complicidad al fin.(Después discutimos el valor de los regionalismos, su contribución a la comunicación, como así también sus vicios y deformación idiomática, esta última tan tristemente aceptada ahora por la Irreal Academia).
La traigo al relato, nada más que por una cuestión barrial (de barrio y de barro) ya que en tu correo está prsente, Sarandí y tambíen Avellaneda. Y de inmediato uno al nombrar estos sitios medio que se siente "embarrado" por un nombre que en esa comarca se pronuncia con cervil espíritu de "alabado sea el señor".
Y es que tener que vincular a Alemania con grondona es exactamente como vincular a cristina con el proyecto de país pensado en Alemania.
Solo eso.
Por suerte, la memoria me instala de inmediato en cientos de miles de fotografías e instantes que quedaron flotando, luego del Mundial, y con una holgura que se celebra me aparto a tiempo del disgusto que significa pensar que Cristina Gronodona y Alemania Alemania tienen algo que ver.
Siguiendo con lo de Stutgart, esa noche cenamos en un restaurante que integraba una serie de espacio gastronómico, en donde en realidad todo el conjunto era una gran feria de lugares donde alimentarse y beber, o bien parado frente a una barra o bien sentados en bancos largos que estaban instalados a uno y otro lado de mesas donde podían compartir la reunión diez o más personas. Y desde ya que cuando llegaba una familia de cuatro, y en una mesa habían otros cuatro, y esos eran los únicos lugares libres, se sentaban ahí y sin saber quienes eran sus co-comensales hacían sus pedidos y se integraban a la charla sin prejuicio alguno.
Aquí estaríamos esperando con cara de culo que alguno termine de una buena vez, si es posible sin terminar el postre y después le pediríamos al mozo que por favor nos deje correr la mesa porque estamos muy cerca del "vecino".
Vos planteas que estás distante de tu país,
geográficamente y creo entender por qué esa distancia se te presenta importante.
Pensalo Fernando; dos horas (o tres si querés) en tren hasta Frankfurt, una hora y media más de espera hasta tomar el avión, luego dos horas y media
hasta madrid o una hasta Amsterdam o dos y media hasta Roma, tres de espera (para no andar tan jugado, que eso solo le puede salir bien al "culón de Víctor Hugo) y luego doce hasta Buenos Aires. Total: 21 horas.
Del otro lado, una historia milenaria que comienza en el paleolítico, pero para no exagerar, pensemos en la edad de bronce, cuando descubren la aleación de metales (4486 A.D. [sumados los 2500 años a.c. más 1986 que es el año D por Diego, por lo cual todo lo anterior es A.D.]) o todavía después cuando unos 1000 años A.D. tras la división del imperior Carolingio se forma el Romano-germánico, o si querés apenas después de la Revolución Francesa, la confederaciones del Rin y germánica; la aparición de Bismark a fines del siglo XIX, erigido como la gran figura política europea de ese siglo, las guerrras del XX, el nacismo, el horror, la condena política y económica, la cultura del trabajo, la reconstrucción de la industria y el surgimiento de una nación que pagó por diez sus propios "pecados"; la reunificación, hasta ser esta columna de la economía de la Unión.
¿De verdad querés que pongamos enfrente la nuestra y comparemos las distancias?
PD: Si en alguno de los tramos del viaje Köln-Bs.As. perdiste un tren o un vuelo, aprontate un buen mate, elegí el libro que quieras, luego pasá por ese pequeño "restó" que está ahí a la izquierda, sí, sí, ese mismo, ves, exacto el que está frente al kiosco de diarios y revistas y tomate unas birras en honor a la amistad, la pelota, la radio y las horas de charla y anecdotas. Ah! todavía te queda tiempo muerto? no te preocupes, que está todo calculado. no viste que primero te hice tomar mate y ahora cerveza, seguro que con la diarrea que te da, tenés para un par de horas en baño (aprovechá que ahí son limpios de verdad, ja ja ja)
Abrazo.
Desde la distancia, y viendo los resultados de las elecciones, veo el proyecto de que Argentina se parezca a Alemania tan cercano como poner agua a hervir y comprar fideos para hacer un asado.
Gran abrazo,
JG.
PD: Gracias por tu visita a mi blog.
Hablando de políticos sinvergüenzas y caraduras (me gustaría usar palabras más descriptivas, pero entonces este "post" sería prohibido para menores de 18 años) y retomando un poco el tópico de la nota anterior, los invito a ver este video tan interesante como deplorable.
Video
Abrazo
Leo
entré para comentar un blog y me encontré con otro. Qué lo parió, muchachos!
Si ves que el frío no amaina, en Roma no se exagera. Basta una bufanda, un gorrito (sólo quienes sufrimos la escasez capilar sabemos lo que significan 10 grados) y a caminar. Saludos y te espero!
Publicar un comentario