Tal como estaba previsto, el termómetro se encargó de recordarnos que todavía es invierno. La temperatura volvió a rondar el cero. De día llega a cinco o seis grados y de noche alcanza los mismos números pero con signo negativo. Lo bueno de este panorama es que el cielo se mantiene despejado y los días claros predisponen mejor para todas las actividades cotidianas. Esta ciudad, milenaria y moderna al mismo tiempo, se ve mucho más linda iluminada por la luz del astro rey.
Quizás por no tenerlo durante buena parte del año es que los alemanes aman al sol. Tan así es, que en verano viajan grandes contingentes hacia España, a las islas Baleares, especialmente Mallorca, y a las Canarias. Algunos hasta compran casas de veraneo y, los más fanáticos, se radican en alguno de esos dos archipiélagos. En Europa es muy fácil viajar; el concepto general de “fácil”, que tiene su principal elemento promotor en el levantamiento de las barreras migratorias entre los países de la Unión Europea, también conocida como “espacio Schengen”, incluye lo económico. Ya nos hemos referido en varias oportunidades a los trenes, que brindan un eficientísimo servicio y cubren casi todo el continente con una red mayormente desarrollada en Europa occidental. A esto se han sumado en los últimos años muchas compañías aéreas que venden boletos a muy bajo costo. Casi todas ellas aplican restricciones y cargos que las aerolíneas tradicionales no, pero ajustándose a esos requerimientos y comprando los pasajes con tiempo se puede encontrar increíbles ofertas, que terminan resultando, a veces, más económicas que el ferrocarril. Uno de mis compañeros y amigo, Mariano Ramírez, venezolano residente en Barcelona, planifica sus viajes a Colonia con mucha antelación y este sistema le permite venir a trabajar cada dos semanas desde la “ciudad condal” y que sus dos partidos por viaje le resulten una actividad rentable. Son líneas aéreas comerciales que utilizan aeroestaciones menores y es esa, posiblemente, una de sus desventajas. En muchos casos, esos aeropuertos están situadas lejos de las ciudades y no se cuenta con los mismos medios de acceso que con los que se llega a los internacionales. Alemania tiene varios, que fueron concebidos sobre la estructura de los viejos aeródromos militares de la época de la guerra. En Köln, como tiene ya tiene en funcionamiento el Köln-Bonn Flughafen (CGN en la nomenclatura internacional), esos terrenos están siendo destinados a la construcción de una especie de ciudad de oficinas, en la cual muchas empresas montan sus centros de operaciones. Entre esas construcciones, todas ultramodernas, se encuentran los estudios del CBC (Cologne Broadcasting Center), desde donde nosotros hacemos nuestro trabajo con los partidos del campeonato alemán.
Llama la atención como cada cosa que se construye se integra a lo ya existente, sin modificar de manera decisiva el aspecto de la ciudad. Nosotros, ante la explosiva demanda de inmuebles de todo nivel, construimos torres en barrios de casas bajas sin importarnos que con eso se destruye la fisonomía que cada zona tiene; y ni hablar de los problemas que esto genera en la infraestructura disponible en cada emplazamiento. Acá es diferente. Aunque no habría inconvenientes de zonificación para hacerlo, en esta ciudad de oficinas los edificios no se extienden demasiado hacia arriba. No tienen más de cuatro o cinco pisos, aunque sí son muy largos. En el CBC, por ejemplo, es posible recorrer en línea recta cientos de metros por el mismo pasillo; y todas las construcciones parecen responder a un patrón arquitectónico predeterminado. En todas se advierte algo muy fácilmente: el orden, la limpieza y la seguridad como prioridades. Todo está señalizado y hay carteles con indicaciones para actuar en la eventualidad de una emergencia. Pero no hay paranoia en cuanto al movimiento de personas. Cualquiera de nosotros puede llevar visitantes sin ningún tipo de trámite. Pero, como también existen en muchas oficinas en la Argentina, hay algunos dispositivos que impiden que una persona ajena a las actividades que se desarrollan en el edificio se mueva con libertad sin estar acompañada por alguien que pertenezca a la empresa. Hay puertas que no se abren si no se acerca una tarjeta identificatoria. Se puede usar los ascensores libremente para bajar, pero hará falta activarlo con la misma tarjeta que se usa en las puertas si lo que se quiere es subir. A nosotros, los que trabajamos con la Bundesliga, nos alcanzan estas restricciones, ya que no pertenecemos al CBC sino a una empresa que renta los estudios para llevar a cabo nuestra actividad periodística.
Ya que estamos con la Bundesliga, será bueno cerrar estas líneas con uno de los orgullos de la ciudad, el 1. F. C. Köln, que también es el encargado de amargarles momentáneamente la vida a los coloneses. El viernes fue de visita a la casa del último, Carl Zeiss Jena, y ganó 3 a 1. Ahora depende de que su vecino y eterno rival, Borussia Mönchengladbach, no pierda con Mainz -que está quinto- para conservar el tercer lugar que, si el campeonato de Segunda División terminase hoy, le significaría la vuelta a Primera. Pero es sólo un tema futbolero, ya que no creo que esté de más que vuelva a transmitirles mi convicción de que esta ciudad y su gente son de Primera, lo que a esta altura ya puedo decir, afirmar y firmar sin ningún tipo de temor a equivocarme.
Quizás por no tenerlo durante buena parte del año es que los alemanes aman al sol. Tan así es, que en verano viajan grandes contingentes hacia España, a las islas Baleares, especialmente Mallorca, y a las Canarias. Algunos hasta compran casas de veraneo y, los más fanáticos, se radican en alguno de esos dos archipiélagos. En Europa es muy fácil viajar; el concepto general de “fácil”, que tiene su principal elemento promotor en el levantamiento de las barreras migratorias entre los países de la Unión Europea, también conocida como “espacio Schengen”, incluye lo económico. Ya nos hemos referido en varias oportunidades a los trenes, que brindan un eficientísimo servicio y cubren casi todo el continente con una red mayormente desarrollada en Europa occidental. A esto se han sumado en los últimos años muchas compañías aéreas que venden boletos a muy bajo costo. Casi todas ellas aplican restricciones y cargos que las aerolíneas tradicionales no, pero ajustándose a esos requerimientos y comprando los pasajes con tiempo se puede encontrar increíbles ofertas, que terminan resultando, a veces, más económicas que el ferrocarril. Uno de mis compañeros y amigo, Mariano Ramírez, venezolano residente en Barcelona, planifica sus viajes a Colonia con mucha antelación y este sistema le permite venir a trabajar cada dos semanas desde la “ciudad condal” y que sus dos partidos por viaje le resulten una actividad rentable. Son líneas aéreas comerciales que utilizan aeroestaciones menores y es esa, posiblemente, una de sus desventajas. En muchos casos, esos aeropuertos están situadas lejos de las ciudades y no se cuenta con los mismos medios de acceso que con los que se llega a los internacionales. Alemania tiene varios, que fueron concebidos sobre la estructura de los viejos aeródromos militares de la época de la guerra. En Köln, como tiene ya tiene en funcionamiento el Köln-Bonn Flughafen (CGN en la nomenclatura internacional), esos terrenos están siendo destinados a la construcción de una especie de ciudad de oficinas, en la cual muchas empresas montan sus centros de operaciones. Entre esas construcciones, todas ultramodernas, se encuentran los estudios del CBC (Cologne Broadcasting Center), desde donde nosotros hacemos nuestro trabajo con los partidos del campeonato alemán.
Llama la atención como cada cosa que se construye se integra a lo ya existente, sin modificar de manera decisiva el aspecto de la ciudad. Nosotros, ante la explosiva demanda de inmuebles de todo nivel, construimos torres en barrios de casas bajas sin importarnos que con eso se destruye la fisonomía que cada zona tiene; y ni hablar de los problemas que esto genera en la infraestructura disponible en cada emplazamiento. Acá es diferente. Aunque no habría inconvenientes de zonificación para hacerlo, en esta ciudad de oficinas los edificios no se extienden demasiado hacia arriba. No tienen más de cuatro o cinco pisos, aunque sí son muy largos. En el CBC, por ejemplo, es posible recorrer en línea recta cientos de metros por el mismo pasillo; y todas las construcciones parecen responder a un patrón arquitectónico predeterminado. En todas se advierte algo muy fácilmente: el orden, la limpieza y la seguridad como prioridades. Todo está señalizado y hay carteles con indicaciones para actuar en la eventualidad de una emergencia. Pero no hay paranoia en cuanto al movimiento de personas. Cualquiera de nosotros puede llevar visitantes sin ningún tipo de trámite. Pero, como también existen en muchas oficinas en la Argentina, hay algunos dispositivos que impiden que una persona ajena a las actividades que se desarrollan en el edificio se mueva con libertad sin estar acompañada por alguien que pertenezca a la empresa. Hay puertas que no se abren si no se acerca una tarjeta identificatoria. Se puede usar los ascensores libremente para bajar, pero hará falta activarlo con la misma tarjeta que se usa en las puertas si lo que se quiere es subir. A nosotros, los que trabajamos con la Bundesliga, nos alcanzan estas restricciones, ya que no pertenecemos al CBC sino a una empresa que renta los estudios para llevar a cabo nuestra actividad periodística.
Ya que estamos con la Bundesliga, será bueno cerrar estas líneas con uno de los orgullos de la ciudad, el 1. F. C. Köln, que también es el encargado de amargarles momentáneamente la vida a los coloneses. El viernes fue de visita a la casa del último, Carl Zeiss Jena, y ganó 3 a 1. Ahora depende de que su vecino y eterno rival, Borussia Mönchengladbach, no pierda con Mainz -que está quinto- para conservar el tercer lugar que, si el campeonato de Segunda División terminase hoy, le significaría la vuelta a Primera. Pero es sólo un tema futbolero, ya que no creo que esté de más que vuelva a transmitirles mi convicción de que esta ciudad y su gente son de Primera, lo que a esta altura ya puedo decir, afirmar y firmar sin ningún tipo de temor a equivocarme.
1 comentario:
esperá que llegue el verano de verdad. las alemanas -cuando van a la playa- sienten como que la ropa les molesta.
otra cosa: con cero grado, no es que no hace ni frío ni calor?
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