lunes, 12 de mayo de 2008

De Primera

Köln es la cuarta urbe de la República Federal de Alemania, detrás de Berlín, Hamburgo y Múnich. Tiene algo menos de un millón de habitantes y fue fundada por los romanos hace 2038 años, en el 30 aC. A pesar de no ser la capital de Renania del Norte – Westfalia, que es Düsseldorf, Köln es la ciudad más populosa de este estado federado situado en el oeste alemán, fronterizo con Bélgica y Holanda. Según se desprende de estos datos, es, como ya comentamos alguna vez, una fascinante mezcla de historia y modernidad que entrega a quienes vivimos en ella un ambiente casi ideal para desarrollar la vida.
Pero a los coloneses les faltaba algo desde hace un tiempo. Nada de lo imprescindible, pero sí una alegría que se había negado un año antes; y el día podía ser ayer, domingo 11 de mayo, en el que el FC Köln estaba a un paso del ascenso con las victorias del domingo y miércoles pasados. El compromiso era como local y ante Mainz, rival directo de los “nuestros” en la lucha por volver a Primera. En la televisión, los diarios y las radios casi no se hablaba de otra cosa o, para ser más preciso, nadie dejaba de hacer una mención a lo que podría ser el acontecimiento deportivo de los últimos años para la gente de esta ciudad.
El paisaje fue el mismo de hace ocho días. Los bares habilitados para ofrecer los partidos en directo se colmaron rápidamente. No tenía que trabajar, así que con un amigo argentino fuimos a almorzar a un bar de Friesenplatz que tiene una pantalla de plasma orientada hacia las mesas ubicadas en la vereda. Encontramos dos sillas un poco lejos, pero se ve bien. Pedimos pizza, que demoró un poco. El primer gol de Colonia llegó a los veinticinco minutos del primer tiempo con un cabezazo del libanés Roda Antar, que también consiguió el segundo en el complemento. El 2 a 0 selló la historia y la vuelta a la máxima categoría después de dos años.
Con el final del partido se desató el festejo, incluyendo el tañido incesante de las campanas de la Catedral. Bocinazos –para los que sólo por hoy no habrá multas- banderas, camisetas y mucha cerveza. Hombres, mujeres y chicos empezaron a concentrarse en Rudolfplatz, por lo que la Policía cortó el Hohenzollenring, una avenida que atraviesa el centro de norte a sur.
Empecé a escuchar con atención porque quería entender las canciones. Argentino como soy y vinculado desde hace tantos años al fútbol, esperaba la dedicatoria del ascenso de Köln a los rivales más enconados antes del disfrute del logro para sí mismos. Por ejemplo, cosas en alemán equivalentes a “Leverkusen, subimo’ y ahora te queré’ matar, puto”; “esto e’ pa’ vo’, Schalke amargo” o “che, Gladbach vigilaaaante, te vamos a matar”. Nada de eso. Estos desangelados alemanes, que no tienen idea de lo que es vivir el fútbol con verdadera “pasión” como sí lo hacemos nosotros, se limitaron a munirse cada uno de botellas de cerveza y a celebrar a grito pelado el tan ansiado Aufstieg (ascenso), conseguido una fecha antes del final del torneo. Las frases que entonaban a coro sonarían demasiado “naif” en nuestro ámbito: “Wir sind wieder - in der erste Liga” (estamos de regreso en Primera) o “ers-tef-ce-Köln” (primer club de fútbol Colonia, nombre oficial de la institución). Imagino a algunos amigos que tengo, que le atribuyen al argentino ser la única síntesis del verdadero hincha de fútbol, riéndose a carcajadas si es que llegan a leer esto. Es cierto que también habrá otros –pocos- que llorarán, posiblemente de envidia. Mucho más cuando les cuente que simultáneamente salieron del estadio los de Mainz. Los visitantes lo hicieron en los mismos tranvías que los locales y anduvieron por el centro sin tener que esconder sus camisetas o elementos que los identificaban con su club sin que ningún estúpido, de los que entre nosotros abundan en el reino del fútbol, se burlara de ellos o intentara hacerles pasar un mal momento valiéndose de lo que seguramente sería una irreversible superioridad numérica. Tampoco quedaron sitiados los lugares públicos que los hinchas eligieron para el festejo, por lo que los turistas y los coloneses que tenían otros planes para disfrutar de este impecable domingo pudieron hacerlo sin inconvenientes allí donde estuviesen.
Esos amigos me dirán que estoy hecho un bobo, que la forma de vivir (yo digo padecer) el fútbol es la nuestra, en la que los jugadores de River, por escapárseles increíblemente un partido que se suponía abrochado, debieron salir custodiados y vituperados de su vestuario del estadio Monumental; y ni hablar de lo que les pasa a los de Racing casi cotidianamente por tener comprometida la continuidad en Primera. Son sólo dos ejemplos, de los que nosotros tenemos en cantidad suficiente como para hacer dulce.
Con el ingrediente del ascenso de Köln, sin dudas, tendré a los alemanes más felices en mi última semana de permanencia acá en esta etapa. La gratitud que siento por ellos hace que esta alegría que recibieron desde el fútbol también me ponga contento a mí, como ya les conté reiteradamente en estos textos. El lunes 19 volveré a Buenos Aires y no sabré, todavía, hasta cuándo despedirme de este lugar que me ha dado sólidos argumentos para contradecir aquella redacción sólo de preguntas que Mafalda pensaba hacer algún día, que titularía “Patriotismo y comodidad” y en la que iba a cuestionar si la gente ama a su país sólo porque nació en él. Me trajeron al mundo en la Argentina y mi corazón siempre será celeste y blanco, Mafalda; pero también amo a Alemania, aunque haya nacido muy, pero muy lejos de acá.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Aguante el Köln loooocoo...
Gran abrazo, quería comentarte que intuí mal,cuando te saludé en mi transmisión de River-SL.

Fernando Salceda dijo...

No sabía que lo hacías, si no te hubiese puesto; y gracias por la mención en tu blog.

Gran abrazo.

Anónimo dijo...

Estimado Fernando, otro gran relato. Seguimos "viendo" a través de tus palabras, tan bien acomodadas.
Las comparaciones son odiosas, puede decirse. Las comparaciones nos ayudan a evaluar y mejorar, de seguro. Las comparaciones entre Europa -Alemania en este caso- y Argentina muchas veces pueden generar más ruido que claridad. Me encantaría gozar del orden, la estabilidad y la calidad de vida del Viejo Mundo. Me encantaría no tener compatriotas que mueren de hambre o tienen la vida hipotecada desde que son concebidos. Pero me gusta mucho poder ir a la casa de mis padres y mis amigos sin avisarles y que siempre estén dispuestos a compartir una cena, disfruto de la solidaridad que se sigue viendo entre desconocidos y valoro compartir un mate sin pedir un certificado bucodental. Meterme en temas históricos sería muy largo y engorroso. En fin es una tema muy complejo, en el cual, muchas veces, ni siquiera logro ponerme de acuerdo conmigo mismo.
En lo que al fútbol respecta, sin dudas más quisiera la realidad alemana que la nuestra.
Un fuerte abrazo.

Mauricio Monte dijo...

A veces tengo la sensación de que creemos que los únicos que entendemos realmente el sentido de la amistad y la solidaridad somos nosotros, los argentinos. Creemos que el orden es sinónimo de rigidez, de frialdad, de egoismo. Me niego a pensar que sea así, y a mi negación no llego sólo mediante la razón, lo hago también por el contacto estrecho que diariamente tengo, desde hace unos años, con colegas alemanes. Buena gente, buenos amigos, buenos anfitriones, serios, divertidos, confiables. Como mis amigos argentinos. Iguales.

Anónimo dijo...

Gran alegria para esta gente que tan bien te trata.
Pero lo que realmente quiero saber es ¿que vas a escribir para que leamos? te mando una idea para el titulo "CRONICAS DE UN PORTEÑO QUE QUIERE VOLVER A VIVIR EN ALEMANIA", contando todo lo bueno que nos pasa en Argentina.
Gran abrazo y nos vemos la semana que viene. Rodrigo.