jueves, 9 de octubre de 2008

Mudanza

Esta semana estuvo casi íntegramente dedicada al tema de la vivienda. El jueves pasado, mi amigo Roberto me ayudó a buscar en Internet departamentos en alquiler en Ehrenfeld. Encontramos dos buenas opciones, él hizo los llamados telefónicos correspondientes y también envió los correos a quienes preferían que se comunicaran con ellos por ese medio. Aquí, por cualquier cosa se organiza un Termin, que es un encuentro agendado. El primero de los propietarios, que respondió el mail, nos concedió uno para el viernes al mediodía, exactamente a las 12. En el otro atendieron el teléfono y nos citaron para el mismo día, pero a las 14.00. Era perfecto; podría ver los dos departamentos y comparar.
En el primero, el encuentro se produjo puntualmente a la hora acordada. El Dr. Alexander Ackermann estaba esperándonos en la portería de un enorme edificio cuya puerta daba al número 3 de la Graeffstraße. Nos llevó hasta el departamento, el 19, y nos lo mostró. La verdad, está muy bien, es muy luminoso y tiene las dimensiones que necesito; hay portero las veinticuatro horas y dentro del mismo edificio hay pileta, lavadero y secadero de ropa, está bien ubicado y el alquiler está a buen precio. El dueño me preguntó a qué me dedico y cuando supo que comento los partidos de la Bundesliga se entusiasmó, ya que quienes consultaban mayoritariamente por su propiedad eran estudiantes con los cuales hay que tomar más recaudos porque, en general, no tienen ingresos propios. Quedamos con él en que veríamos la otra vivienda y en un par de horas le responderíamos por sí o por no. Ackermann estuvo un poco impaciente y antes de la hora en la que debíamos hacer la segunda visita le dejó un mensaje en el celular a Roberto para decirle que yo tenía un “bonus” en su consideración por mi actividad y me mandó a mí un correo electrónico con un formulario para llenar con los datos que irían en el contrato, entre los cuales figura mi número de cuenta bancaria, de la cual se debitará el alquiler el primer día de cada mes.
Exactamente a las 14 tocamos timbre en el otro edificio, el de la Vogelsangerstraße. A pesar de haber acordado telefónicamente el bendito Termin aquí nunca hubo respuesta, por lo que después de insistir durante algunos minutos decidimos irnos. “Das ist nicht sehr nett, aber... (no es muy considerado, pero...)”, dijo Roberto; y me explicó que es posible que ya estuviese alquilado y que por eso el dueño no atendía la puerta.
El departamento de Ackermann fue el elegido, así que le mandamos el correo confirmándole la noticia y él se comunicó con Roberto para, otra vez, pactar el Termin de firma del contrato, que se produjo el lunes a las 14 en el mismo lugar en el que no esperó la primera vez. Pagué el depósito y el primer mes y firmamos los papeles. Después, nos acercamos a la recepción y Ackermann y le dijo a la portera que “Herr Salceda hat die Wohnung Nummer neunzehn gemietet (el señor Salceda ha alquilado la vivienda número diecinueve)”. Todo en orden.
El departamento está vacío, por lo que tuve que ponerme en campaña para conseguir las cosas que necesito. Una mesa, sillas, la cama y otras cosas necesarias para la vida de todos los días. La primera recomendación que me hicieron fue la de visitar una casa de muebles usados, donde se puede conseguirlos en buen estado y a precios muy convenientes. Las cosas compradas pueden dejarse reservadas en el salón hasta ocho días, durante los cuales tendrán una etiqueta con la palabra Verkauft (vendido) y esta misma gente, además, se encarga de llevarlas si se paga el costo del transporte, que es de cuarenta y cinco euros por hora. En este lugar conseguí el armazón de la cama y una mesa con siete sillas por ciento noventa euros; pero como es un lugar en el que el stock depende de lo que vaya llegando, no pude completar la cama con su elástico y sus colchones.
Encontré otra casa de muebles usados cerca de donde tomo el tranvía para ir a trabajar los fines de semana; allí pude comprar lo que no había en el local anterior. Los dos elásticos y dos colchones de noventa centímetros por dos metros costaron doscientos treinta euros. Nada mal. En este caso, como que da cerca del lugar en el que voy a vivir, con un amigo vamos a trasladar las cosas a mano. Con esto, más un par de lámparas que me permitan ver de noche, ya puedo ir mudándome.
Para el final del texto de esta semana me guardé un poco de humor, pero del bueno, el inteligente. Juan, el cocinero vasco de El Rincón, nos hizo reír mucho en la noche del martes cuando nos contó de un dicho alemán que resume con gracia, y algo de autocrítica también, las distintas personalidades de los europeos según su país de origen.
Según los germanos, “el paraíso es aquel lugar en el que los ingleses se ocupan de la hospitalidad, los franceses de la comida, los italianos de la fiesta y los alemanes de la organización; el infierno, en cambio, es donde los franceses se encargan de la hospitalidad, los ingleses de la comida, los alemanes de la fiesta y los italianos de la organización”.
Me pareció genial y quería compartirlo con ustedes.
Hasta la semana que viene.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fernando, me alegra que hayas conseguido departamento y ya te estés instalando, llegada de muebles de por medio.
Sutil el dicho final. Sabida es la fama de la cocina francesa, aunque si vos podés disfrutar de las delicias de un chef vasco estás salvado.
Un abrazo, Patricio.

Javier Giangiacomo dijo...

Muy bueno el chiste, aunque respecto del infierno, en la epoca en la que vivia en Capital, nos perdimos con mi esposa una noche por atras de la estacion Constitocion, y si eso no era el infierno, de todas formas me asusto lo suficiente como para mantenerme alejado del pecado el resto de mi vida. Felicitaciones por estar nuevamente instalado.
Un abrazo,
JG.

Anónimo dijo...

que bueno que ya estes organizado otra vez!y se nota porque hasta chistes te permitiste hacer :)
beso. Ro