jueves, 12 de marzo de 2009

Malas y buenas nuevas

Las tapas de los diarios del martes tenían la noticia que todos los coloneses deseaban no leer después del derrumbe del edificio del Archivo General de Colonia. Tras siete días de búsqueda entre los escombros apareció el cuerpo de Kevin, de diecisiete años, que habría estado durmiendo en el momento del accidente que le costó la vida, según lo que informó la Policía, cuyo vocero se animó a agregar que es posible que ni siquiera haya llegado a darse cuenta de lo que le pasó. Todavía falta encontrar a otro joven, en este caso de veinticinco años, del que no se brindó el nombre aunque sí se detalló que es estudiante de diseño y que habitaba en el mismo edificio que la víctima hallada hace dos días.
Los mismos diarios informaron ayer, miércoles, que las autoridades decidieron paralizar todos los trabajos de extensión de la red de subterráneos, aun los situados lejos del lugar de la tragedia y que no presentan ningún inconveniente, hasta que se establezca fehacientemente si una planificación errónea o negligente de las obras fue el origen de semejante desastre. También se duda sobre la continuidad del alcalde, Fritz Schramma. Al nombre de este señor, perteneciente a la CDU (Unión Demócrata Cristiana), tuve que buscarlo, ya que no aparece en ninguno de los carteles que anuncian los numerosos emprendimientos que la ciudad tiene iniciados en muchos puntos de su geografía. Acá a las obras las hace la Stadt Köln (ciudad de Colonia), no cualquier político que ocasionalmente esté a cargo del gobierno.
En Düsseldorf, a unos cuarenta kilómetros, se encuentra el consulado español más cercano. Fui a consultar por mi situación ante la legislación que permite a los nietos de españoles adquirir la ciudadanía de la Madre Patria. La empleada del registro civil, en el segundo piso, me detalló con mucha amabilidad cuáles eran los requisitos para iniciar la solicitud y después me aclaró que cada caso se analiza particularmente y que la aceptación del pedido no implica la concesión de la nacionalidad española. En el tren de vuelta a Colonia, en la estación siguiente a la que subí yo, subió una mujer –musulmana, de acuerdo con su vestimenta- con dos chicos, que tendrían seis y tres años, aproximadamente. Uno de los dos tenía una mochila y en un momento sacó de ella una bolsa con algo muy similar a nuestras empanadas. Estaban un poco aplastadas. La madre le dijo algo que pareció un leve reto y el chico volvió a meter la mano en la mochila. Sacó un tupper y le pidió a la madre que lo abriera; ella hizo caso y lo dejó en el único asiento libre de los cuatro que tenía el sector que ellos ocupaban. Los hermanitos se turnaron para meter las manos y sacar lo que por el olor me di cuenta de que eran pimientos, que estos dos chiquitos se comían con la misma naturalidad con la que mis sobrinos se comerían una banana o un alfajor.
No puedo resistir la tentación de referirme a la nueva renuncia de Juan Román Riquelme a formar parte del seleccionado nacional. Ya lo había hecho en septiembre de 2006, para lo cual argumentó que a su mamá le hacían muy mal las críticas que Román recibía por su palidísima actuación en el Mundial de Alemania, a pesar de que Pekerman había armado el equipo nacional a su alrededor. Después llegó Basile, que demostró tener al diez de Boca como una debilidad; poco antes de la Copa América de 2007, y después de haber hecho toda la preparación sin Riquelme, el entrenador modificó la conformación del plantel que había nominado para hacerle lugar a Román, cuya madre parecía en ese momento haber blindado su corazón. Los platos rotos de los caprichos de uno y de la impresentabilidad del otro los pagó Javier Pinola, jugador de Núremberg, que hasta modificó la fecha de su boda para poder jugar la Copa América en Venezuela y poco antes de viajar lo bajaron abruptamente del avión. Fue la Copa América de los daikiris con el agua de la piscina hasta el pecho y de una concentración que parecía una colonia familiar de vacaciones. La del talco, los cuernitos y el saco de cábala a pesar los cuarenta y cinco grados a la sombra. Allí también, a pesar de tanto mimo y privilegio, lo de Riquelme fue poquito.
Ahora no tolera que Maradona le diga cómo quiere que juegue en la Selección. El Diez, el grande de verdad, se permitió opinar que si Román no es capaz de modificar su juego no sería útil para el equipo, en un comentario lleno de fútbol y con argumentaciones tácticas impecables. Diego, que a la Selección le dio un poco más que Riquelme, considera que no es suficiente con dos pisadas, tres pases intrascendentes para los costados y cuatro tiros libres bien pateados; y tiene tanta razón que ni siquiera vale la pena detenerse en eso. El problema de Riquelme es que ahora se encontró con alguien que no le teme a él ni al grupito de poderosos alcahuetes que salen corriendo con el micrófono y la cámara en la mano cada vez que Román tiene algo que decir en el tono monocorde de siempre, el mismo con el que juega.
Cuando Riquelme estuvo en Barcelona, el entrenador holandés Louis Van Gaal dejó de tenerlo en cuenta porque se negaba a jugar en el puesto que él le asignaba. Recaló en Villarreal, donde otro técnico serio como Manuel Pellegrini se cansó de su individualismo y lo separó del plantel. Casualidad o no, el Submarino Amarillo volvió casi inmediatamente a los primeros planos del fútbol español.
No hay nada que hacerle. Como dijo alguien alguna vez: si uno ve un ave con plumas y pico de pato, patas de pato y que camina como un pato, lo más probable es que sea un pato.

3 comentarios:

Mauricio Monte dijo...

A propósito de Diego y la selección: cuando debutó como entrenador de la selección, en Italia hicieron una transmisión especial. Pierpaolo Marino, director deportivo del Napoli ahora, y cuando Maradona jugaba en Italia, contó que un día lo mandaron del Napoli para ver cómo estaba Diego de una lesión. Lo vio cuando Diego ya estaba recostado en la camilla mientras con una jeringa le sacaban líquido de la rodilla inflamada. Diego lo miró y le dijo: no me digas que te mandaron para tratar de convencerme para que no juegue. Marino lo miró, sonrió y no dijo nada más. Ni "medio litro" de líquido en la rodilla lo paraba.

Rela Tooor dijo...

La entrevista de Maradona con Clarín, el día de hoy, no tiene desperdicio. Y te da la razón. Por una parte, Maradona manifiesta conceptos a mi entender muy claros sobre el equipo humano al que dirige. Por otra, exhibe argumentos futbolísticos de gran peso. Diego está en la jugada, como decimos en México cuando queremos expresar que alguien tiene la vista fija en el objetivo. Espero que la discusión posterior sobre las supuestas llamadas no contamine el rumbo de la albiceleste. Un abrazo, Fernando, y una vez más mi admiración.

Anónimo dijo...

Germán:

Muy enriquecedor relato el del tren y qué lindo vivir en una ciudad donde la política es fructífera para los ciudadanos. Asimismo, coincido y disfruto los argumentos esgrimidos por Fernando respecto de Juan Román Riquelme, quien como ya lo demostró Marcelo Bielsa, está muy lejos de ser imprescindible para la selección argentina. Saludos.