La tarde de este domingo no podría haber sido mejor. El cielo está absolutamente despejado, bien celeste, y la temperatura es ideal, perfecta diría; apenas superior a los veinte grados. En condiciones normales, los parques y todos los lugares abiertos de la ciudad estarían repletos de alemanes tomando sus primeros baños de sol desde que empezó la primavera en esta parte del mundo. Hoy no es así y hay una explicación. A las dos de la tarde está paralizada -y no exagero- gran parte de la ciudad porque el FC Köln, el equipo de fútbol, juega un partido clave como local, en el Rhein-Energie-Stadion. Recibe la visita de Hoffenheim, que está tercero y ocupa una posición de ascenso, lo mismo que aspiran a conseguir los coloneses. Más que eso; desde el mismo día en el que descendieron, semanas antes del Mundial de 2006, que tuvo a Köln como una de sus nueve sedes, el ascenso a Primera es casi una obsesión. Por haberme hecho hincha de Colonia –del lugar, no del club-, yo también quiero que asciendan.
Como muchos saben, cada equipo representa a una ciudad; son pocas las que tienen dos, como Múnich o Hamburgo. Por eso, como cada partido como visitante motivaría un viaje, mucha gente ha adoptado el hábito de juntarse en los bares con televisor o pantalla gigante para verlo. La dificultad para conseguir entradas para los encuentros de instancias decisivas lleva a que mucha gente tome la misma opción cuando Köln juega como local. Comprar el fútbol para verlo en casa no es caro, pero la reunión en los lugares que mencioné antes tiene un sabor especial para esta gente.
Mientras iba hacia el estudio para relatar Wolfsburgo – Bayern Múnich pasé por varios bares que ofrecían el partido en vivo. Todos, obviamente, estaban llenos. Los más chicos tenían gente fuera, tomando su cerveza de pie. Con el tranvía parado se escucha un estallido en un pub que está frente a la estación. ¡Gol de Colonia! Como en alemán gol se dice Tor, el grito es muy parecido al que se escucharía en cualquier lugar de la Argentina, con una “o” muy larga y muchos puños sacudiéndose por encima de la cabezas. En el resto del recorrido no advertí nada más, pero cuando llegué a mi lugar de trabajo me actualizaron la información: en el entretiempo estaban uno a uno. Si no amara tanto lo que hago y el ámbito en el que lo hago, lamentaría profundamente tener que meterme en el estudio en esta tarde que, como dije al principio, es perfecta. Mientras ordeno los papeles con la información que necesito para mi transmisión, van llegando mis compañeros. Todos quieren saber cómo está el bendito partido y en la sala de control tenemos chance de verlo, pero los preparativos de la salida al aire se llevan nuestra atención. Al final, excelentes noticias: Köln ganó 3 a 1 y se ubicó tercero cuando quedan tres jornadas por jugar.
Hoy no tenemos un partido cualquiera para relatar; con sólo empatar, Bayern Múnich –que tiene a dos jugadores argentinos que hoy, contra Wolfsburgo, juegan como titulares- se consagrará campeón de la liga alemana por vigésima primera vez en su historia. El resultado fue 0 a 0 y los bávaros consiguieron el campeonato tres fechas antes del final. El trabajo salió bien, según me dicen todos mis compañeros. Aunque hoy contaba con una ventajita, que era que mi jefe sólo estuvo un rato en el estudio y su hijo Roberto, el otro que sabe castellano, no fue. Los alemanes no entienden una palabra de lo que digo; lo único que pueden chequear es que llegue a tiempo con el cronómetro en el final de los resúmenes y en los cambios de placa cuando mostramos los resultados y la tabla de posiciones. Después de grabar todo eso, me saqué los auriculares y, de repente, me vino a la cabeza la cuenta: sólo me quedan cuatro partidos para terminar la temporada y volver a la Argentina, a donde llegaré el 20 de mayo.
Les comenté hace tiempo que había llegado a la conclusión de que lo mejor era no hacerlo, pero es más fuerte que yo y sigo con el hábito de leer los diarios argentinos por Internet cada mañana al levantarme. Este ejercicio se va haciendo más intenso a medida que se acerca el día del regreso, al mismo tiempo que también escucho radios de nuestro país, como para que nada me sorprenda cuando llegue a Ezeiza en ese mediodía de martes. La sensación que tengo es la misma que más de una vez les describí en estos textos; hay muchas cosas que indignan y pocas que alegran; la mayoría, además, duele. Medio país paralizado ¡por el humo! Ahora, el otro medio está inmovilizado porque no hay combustible. O sí lo hay, si uno lo paga a precios de mercado negro. Unos dicen que hay que “enfriar” la economía, otros que hay que mantenerla caliente. Los sindicalistas son más oficialistas que el Gobierno y el que se hizo famoso liderando un piquete pidiendo reivindicaciones sociales ahora se encarga de sofocar otros piquetes parecidos a los suyos con reclamos similares. Ahora también tendremos un tren de alta velocidad que va a beneficiar a unos pocos, especialmente a los que gestionan la adjudicación de los contratos, mientras que los que viajan todos los días a sus trabajos lo hacen en condiciones indignas de seres humanos civilizados.
Estos son los aspectos por los que decía que la Argentina “empuja” a la hora de tomar la determinación de volver o quedarse; si los asociamos a la razón, la idea del regreso se torna cada vez más inviable. Pero, al mismo tiempo, todo lo relacionado con lo afectivo tironea con tanta fuerza que hace verdaderamente difícil llegar a la decisión final, que deberé tomar en poco tiempo. Ojalá no me equivoque.
Como muchos saben, cada equipo representa a una ciudad; son pocas las que tienen dos, como Múnich o Hamburgo. Por eso, como cada partido como visitante motivaría un viaje, mucha gente ha adoptado el hábito de juntarse en los bares con televisor o pantalla gigante para verlo. La dificultad para conseguir entradas para los encuentros de instancias decisivas lleva a que mucha gente tome la misma opción cuando Köln juega como local. Comprar el fútbol para verlo en casa no es caro, pero la reunión en los lugares que mencioné antes tiene un sabor especial para esta gente.
Mientras iba hacia el estudio para relatar Wolfsburgo – Bayern Múnich pasé por varios bares que ofrecían el partido en vivo. Todos, obviamente, estaban llenos. Los más chicos tenían gente fuera, tomando su cerveza de pie. Con el tranvía parado se escucha un estallido en un pub que está frente a la estación. ¡Gol de Colonia! Como en alemán gol se dice Tor, el grito es muy parecido al que se escucharía en cualquier lugar de la Argentina, con una “o” muy larga y muchos puños sacudiéndose por encima de la cabezas. En el resto del recorrido no advertí nada más, pero cuando llegué a mi lugar de trabajo me actualizaron la información: en el entretiempo estaban uno a uno. Si no amara tanto lo que hago y el ámbito en el que lo hago, lamentaría profundamente tener que meterme en el estudio en esta tarde que, como dije al principio, es perfecta. Mientras ordeno los papeles con la información que necesito para mi transmisión, van llegando mis compañeros. Todos quieren saber cómo está el bendito partido y en la sala de control tenemos chance de verlo, pero los preparativos de la salida al aire se llevan nuestra atención. Al final, excelentes noticias: Köln ganó 3 a 1 y se ubicó tercero cuando quedan tres jornadas por jugar.
Hoy no tenemos un partido cualquiera para relatar; con sólo empatar, Bayern Múnich –que tiene a dos jugadores argentinos que hoy, contra Wolfsburgo, juegan como titulares- se consagrará campeón de la liga alemana por vigésima primera vez en su historia. El resultado fue 0 a 0 y los bávaros consiguieron el campeonato tres fechas antes del final. El trabajo salió bien, según me dicen todos mis compañeros. Aunque hoy contaba con una ventajita, que era que mi jefe sólo estuvo un rato en el estudio y su hijo Roberto, el otro que sabe castellano, no fue. Los alemanes no entienden una palabra de lo que digo; lo único que pueden chequear es que llegue a tiempo con el cronómetro en el final de los resúmenes y en los cambios de placa cuando mostramos los resultados y la tabla de posiciones. Después de grabar todo eso, me saqué los auriculares y, de repente, me vino a la cabeza la cuenta: sólo me quedan cuatro partidos para terminar la temporada y volver a la Argentina, a donde llegaré el 20 de mayo.
Les comenté hace tiempo que había llegado a la conclusión de que lo mejor era no hacerlo, pero es más fuerte que yo y sigo con el hábito de leer los diarios argentinos por Internet cada mañana al levantarme. Este ejercicio se va haciendo más intenso a medida que se acerca el día del regreso, al mismo tiempo que también escucho radios de nuestro país, como para que nada me sorprenda cuando llegue a Ezeiza en ese mediodía de martes. La sensación que tengo es la misma que más de una vez les describí en estos textos; hay muchas cosas que indignan y pocas que alegran; la mayoría, además, duele. Medio país paralizado ¡por el humo! Ahora, el otro medio está inmovilizado porque no hay combustible. O sí lo hay, si uno lo paga a precios de mercado negro. Unos dicen que hay que “enfriar” la economía, otros que hay que mantenerla caliente. Los sindicalistas son más oficialistas que el Gobierno y el que se hizo famoso liderando un piquete pidiendo reivindicaciones sociales ahora se encarga de sofocar otros piquetes parecidos a los suyos con reclamos similares. Ahora también tendremos un tren de alta velocidad que va a beneficiar a unos pocos, especialmente a los que gestionan la adjudicación de los contratos, mientras que los que viajan todos los días a sus trabajos lo hacen en condiciones indignas de seres humanos civilizados.
Estos son los aspectos por los que decía que la Argentina “empuja” a la hora de tomar la determinación de volver o quedarse; si los asociamos a la razón, la idea del regreso se torna cada vez más inviable. Pero, al mismo tiempo, todo lo relacionado con lo afectivo tironea con tanta fuerza que hace verdaderamente difícil llegar a la decisión final, que deberé tomar en poco tiempo. Ojalá no me equivoque.
7 comentarios:
Estimado Fernando, muy buena pintura –como siempre- de la pasión futbolera versión germánica. Eso de los bares llenos de gente mirando un partido ha de ser, de seguro, parte de lo que se entiende como el idioma universal del fútbol.
Sin dudas debe provocarte una sensación particular en la cabeza y el cuerpo el hecho de tu primera temporada de trabajo completa en la Bundesliga y sobre todo tu primer período radicado en Colonia. El regreso (¿breve? ¿definitivo?) debe ser más que movilizador, pero respecto de la realidad nacional no te vas a encontrar con algo muy diferente a lo que viviste acá 37 años... Aunque es lógico que después de un año en la precisión y el orden alemán te cueste un poco más al principio. Si todos comenzamos a comportarnos cómo se debe muchas pequeñas buenas voluntades hacen al gran cambio. Que la Argentina “empuja” y “tira” es frase espectacular que encontrarse para definir lo que debe significar vivir en el extranjero. Imagino cómo costará tomar una decisión.
Por lo pronto puedo decirte que será una alegría poder escucharte, aunque sea por un breve tiempo, otra vez en la radio con tus informaciones, análisis y comentarios.
Un fuerte abrazo y excelente post otra vez.
Hola Fernando, acabo de leer tu entrada en el blog, y me voy a tomar el atrevimiento de contarte lo que pienso, espero que no te moleste. A nadie le gusta equivocarse, pero en todo caso quizás lo angustiante es plantearlo en esos términos. Al menos a mí me resulta agotador cuando me paro frente a una decisión con la sensación de Error. En una de esas quizás la cosa sea que vos veas que sería lo mejor para vos, que te haría feliz, que colmaría más las expectativas que tenés en este momento de la vida…si todo sale bien maravilloso y si no, siempre hay tiempo para rever las decisiones y volver a empezar. Nadie nos quita lo bailado, sea una vals (se baila en Alemania???) o un tanguito a media luz, no?
Está buena la adrenalina de saber que hay muchos caminos y que uno tiene la suerte de poder elegir. Ir y venir. Pasarla bien o muy mal, y seguir, siempre seguir…Los que te aman te van a bancar a muerte, y nosotros, tus oyentes, te acompañaremos y te seguiremos adonde decidas estar..
Un beso
Andrea
Me produce una sensación muy especial que gente que escucha la radio visite este espacio aun cuando hace varios meses que estoy ausente del aire de mi querida Continental.
A ambos, muchas gracias por su visita y su comentario.
Hay caminos de doble mano por los que tranquilamente, a la primera rotonda, nos podemos pegar la vuelta. Hay otros que son autopistas, que van para un solo lado, y que para retomar, hay que pagar dos veces el peaje: el de ida, y el de vuelta. Buena elección, amigo.
Entre tantas idas y vueltas, tanta buena vida por un lado y tantos afectos desparramados por otro, humo por aquí, mucho frío por allá... ya estoy mareada...no se que tan mareado estarás vos, pero detrás de cada unos te tus textos parece estar muy clara tu elección, al menos me da esa sensación.
Suerte! y vení tranquilo que para el 20 el temita del humo tal vez esté solucionado, y los vuelos correrán normalmente :)
Ro
Hola Fernando. ¿cómo estamos? Mi nombre es Germán Barrera de San josé Uruguay. Creo que te debes estar agarrando la cabeza en este momento y no entendés nada ¿no? Bueno es que estaba mirando futbol argentino y luego me encontré con esto. De locos!!! Bueno me alegro que estés muy bien. Un saludo grande para toda tu familia también. y espero que te puedas comunicar conmigo. abrazo grande y aguante.
Hola, Germán.
Más que agarrarme la cabeza estoy juntando los pies para que no venga un caño como los que hacías en Brasil.
La última vez que estuve en San José, en enero, pregunté por ustedes. Pero no tuve chance de encontrarlos a vos y a tu hermano para darles un abrazo por los acontecimientos tristes de los últimos tiempos.
Tengo pensado ir durante mi viaje a la Argentina, así que intentaré ubicarlos.
Muchísimas gracias por haberte tomado el trabajo de entrar al blog y de escribir este mensaje. Mandame un mail a fernandosalceda@gmail.com así puedo tener una dirección a la cual escribirte.
Un fuerte abrazo.
Fernando
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