El último domingo se terminó la primera ronda de la Bundesliga y ahora no tenemos actividad hasta el 30 de enero. El medio futbolístico alemán, en particular, y el europeo en general están sorprendidos por la irrupción en Primera División de Hoffenheim, un equipo muy chico de un pueblo muy chico del sudoeste del país, cerca de Frankfurt y Stuttgart.
Este club, fundado en 1899, nunca había generado grandes campañas. Hace dos años, un magnate del software, Dietmar Hopp, decidió hacerse cargo del fútbol de Hoffenheim, la camiseta de toda su vida. Contrató como entrenador a un experimentado técnico llamado Ralf Rangnick y fue armando un plantel basado en jugadores jóvenes que no tenían lugar en sus instituciones de origen.
En la temporada 2006-2007 salió segundo en la Regionalliga Süd, la que hasta mediados de este año era una de las zonas en las que se agrupaba a los equipos que aspiraban a llegar a Segunda. Wehen Wiesbaden fue campeón y Hoffenheim escolta -ambos ascendieron-, pero el subcampeón fue el conjunto que más goles consiguió en la temporada: sesenta y dos en treinta y cuatro partidos.
En el torneo de Segunda 2007-2008 había equipos importantes: Borussia Mönchengladbach, un grande de los setenta que había caído desde la Primera, Kaiserslautern y Colonia, otrora campeones de la Bundesliga. Wehen terminó en la mitad de la tabla, pero Hoffenheim volvió a ser sensación. Otra vez fue subcampeón y logró su segundo ascenso consecutivo, ahora a la máxima categoría. Un sueño del que todavía no despiertan. Jugado exactamente medio campeonato, los muchachos de Hopp y Rangnick siguen sorprendiendo. Comparten la punta con el multicampeón alemán, el poderoso Bayern Múnich. Son la delantera más goleadora (cuarenta y dos en diecisiete partidos) y tienen al máximo anotador, el bosnio Vedad Ibisevic, que convirtió dieciocho tantos con asistencia perfecta, lo que da más de un gol por juego.
La sensación de Hoffenheim, de indumentaria totalmente azul, tiene algunos ribetes curiosos: el pueblo que lo alberga, Sinsheim, tiene casi cuatro mil habitantes y el nuevo estadio, que llevará el nombre de su mecenas y será estrenado oficialmente el 31 de enero en el partido de liga ante Energie Cottbus, tiene capacidad para treinta mil. Hasta ahora jugó en Mannheim, en un estadio para más de veintiséis mil personas, que estuvo siempre casi completo, lo que equivale a decir que no sólo los habitantes de Sinsheim acompañaron fervientemente al equipo de juego más atractivo de la Bundesliga. Hopp dice que espera que este proyecto se autofinancie en dos años más y, al paso que va, posiblemente lo logre antes. Si al final de la temporada Hoffenheim se ubica cuarto o quinto accederá a jugar la copa UEFA; si resulta tercero, tendrá una chance de jugar por una plaza en la zona de grupos de la Champions League; y si sale campeón o segundo, además del mojón que marcará en la historia, será uno de los treinta y dos clasificados directamente al torneo de clubes más importante del mundo.
De esta historia también podemos sacar conclusiones que nos ayuden a entender un poco más algunas cosas que nos pasan en la Argentina. ¿Cuántos intentos de gerenciamiento hubo y hay en el fútbol del imperio Grondoniano? ¿Cuántos de ellos han logrado construir una estructura sólida? Acá también los clubes son entidades civiles sin fines de lucro, aunque dentro de un marco legal adecuado y estricto pueden ceder actividades al manejo de privados. La administración de los clubes se hace con criterio profesional; difícilmente encontremos a cargo de una institución a un faltito que crea que por haber ido veinte años a la misma butaca de la platea está en condiciones de manejar el club. Las asambleas de socios asen la lupa sobre los actos de los dirigentes y los accionistas de las empresas que administran el fútbol de cada club también requieren explicaciones permanentemente; y aunque eso no evita decisiones políticas o financieras erróneas, el funcionamiento del sistema deja muy escaso margen para los corruptos que son exitosos en sus finanzas personales y, curiosamente, parecen olvidarse de toda su sabiduría cuando manejan los dineros que no son de ellos. Si esto no fuera como es, en Argentina y en Alemania, posiblemente Sergio Agüero brillaría hoy en Bayern Múnich, uno de los primeros interesados en su pase hace algunos años. El problema surgió cuando, como denunció enfática y públicamente primero y desmintió sospechosamente después, a Karl Heinz Rummenigge le apareció en el presupuesto de la operación un cargo que no podría ser justificado en ningún registro contable serio. Se entiende, ¿no?
Helmut Kohl fue durante más de dieciséis años el canciller alemán, el equivalente a nuestro presidente. Él gobernaba Alemania cuando se produjeron los hechos históricos de la caída del Muro y, más tarde, la reunificación. El parlamento de este país, después de investigar, llegó a la certeza de que durante su mandato el partido al que él pertenecía recibió aportes ilegales. Hoy, más allá de la pena que pudiera haberle cabido en el ámbito de la Justicia, Kohl ya fue condenado por la sociedad alemana en general. Su voz, que era siempre referencia sobre los grandes temas de este país, desapareció de la consideración de los alemanes, quienes, simplemente, ya no lo respetan. ¿Se imaginan si nosotros fuésemos así con aquellos que nos roban y nos engañan? ¿Cuántos disgustos nos habríamos evitado en las últimas décadas?
Este club, fundado en 1899, nunca había generado grandes campañas. Hace dos años, un magnate del software, Dietmar Hopp, decidió hacerse cargo del fútbol de Hoffenheim, la camiseta de toda su vida. Contrató como entrenador a un experimentado técnico llamado Ralf Rangnick y fue armando un plantel basado en jugadores jóvenes que no tenían lugar en sus instituciones de origen.
En la temporada 2006-2007 salió segundo en la Regionalliga Süd, la que hasta mediados de este año era una de las zonas en las que se agrupaba a los equipos que aspiraban a llegar a Segunda. Wehen Wiesbaden fue campeón y Hoffenheim escolta -ambos ascendieron-, pero el subcampeón fue el conjunto que más goles consiguió en la temporada: sesenta y dos en treinta y cuatro partidos.
En el torneo de Segunda 2007-2008 había equipos importantes: Borussia Mönchengladbach, un grande de los setenta que había caído desde la Primera, Kaiserslautern y Colonia, otrora campeones de la Bundesliga. Wehen terminó en la mitad de la tabla, pero Hoffenheim volvió a ser sensación. Otra vez fue subcampeón y logró su segundo ascenso consecutivo, ahora a la máxima categoría. Un sueño del que todavía no despiertan. Jugado exactamente medio campeonato, los muchachos de Hopp y Rangnick siguen sorprendiendo. Comparten la punta con el multicampeón alemán, el poderoso Bayern Múnich. Son la delantera más goleadora (cuarenta y dos en diecisiete partidos) y tienen al máximo anotador, el bosnio Vedad Ibisevic, que convirtió dieciocho tantos con asistencia perfecta, lo que da más de un gol por juego.
La sensación de Hoffenheim, de indumentaria totalmente azul, tiene algunos ribetes curiosos: el pueblo que lo alberga, Sinsheim, tiene casi cuatro mil habitantes y el nuevo estadio, que llevará el nombre de su mecenas y será estrenado oficialmente el 31 de enero en el partido de liga ante Energie Cottbus, tiene capacidad para treinta mil. Hasta ahora jugó en Mannheim, en un estadio para más de veintiséis mil personas, que estuvo siempre casi completo, lo que equivale a decir que no sólo los habitantes de Sinsheim acompañaron fervientemente al equipo de juego más atractivo de la Bundesliga. Hopp dice que espera que este proyecto se autofinancie en dos años más y, al paso que va, posiblemente lo logre antes. Si al final de la temporada Hoffenheim se ubica cuarto o quinto accederá a jugar la copa UEFA; si resulta tercero, tendrá una chance de jugar por una plaza en la zona de grupos de la Champions League; y si sale campeón o segundo, además del mojón que marcará en la historia, será uno de los treinta y dos clasificados directamente al torneo de clubes más importante del mundo.
De esta historia también podemos sacar conclusiones que nos ayuden a entender un poco más algunas cosas que nos pasan en la Argentina. ¿Cuántos intentos de gerenciamiento hubo y hay en el fútbol del imperio Grondoniano? ¿Cuántos de ellos han logrado construir una estructura sólida? Acá también los clubes son entidades civiles sin fines de lucro, aunque dentro de un marco legal adecuado y estricto pueden ceder actividades al manejo de privados. La administración de los clubes se hace con criterio profesional; difícilmente encontremos a cargo de una institución a un faltito que crea que por haber ido veinte años a la misma butaca de la platea está en condiciones de manejar el club. Las asambleas de socios asen la lupa sobre los actos de los dirigentes y los accionistas de las empresas que administran el fútbol de cada club también requieren explicaciones permanentemente; y aunque eso no evita decisiones políticas o financieras erróneas, el funcionamiento del sistema deja muy escaso margen para los corruptos que son exitosos en sus finanzas personales y, curiosamente, parecen olvidarse de toda su sabiduría cuando manejan los dineros que no son de ellos. Si esto no fuera como es, en Argentina y en Alemania, posiblemente Sergio Agüero brillaría hoy en Bayern Múnich, uno de los primeros interesados en su pase hace algunos años. El problema surgió cuando, como denunció enfática y públicamente primero y desmintió sospechosamente después, a Karl Heinz Rummenigge le apareció en el presupuesto de la operación un cargo que no podría ser justificado en ningún registro contable serio. Se entiende, ¿no?
Helmut Kohl fue durante más de dieciséis años el canciller alemán, el equivalente a nuestro presidente. Él gobernaba Alemania cuando se produjeron los hechos históricos de la caída del Muro y, más tarde, la reunificación. El parlamento de este país, después de investigar, llegó a la certeza de que durante su mandato el partido al que él pertenecía recibió aportes ilegales. Hoy, más allá de la pena que pudiera haberle cabido en el ámbito de la Justicia, Kohl ya fue condenado por la sociedad alemana en general. Su voz, que era siempre referencia sobre los grandes temas de este país, desapareció de la consideración de los alemanes, quienes, simplemente, ya no lo respetan. ¿Se imaginan si nosotros fuésemos así con aquellos que nos roban y nos engañan? ¿Cuántos disgustos nos habríamos evitado en las últimas décadas?
2 comentarios:
Fernando, otra vez das muy buena muestra de tus afinadas dotes de periodistas al ir del fútbol a la política y la conciencia ciudadana sin brusquedades. Sin esa prolijidad, intentaré dejar en las líneas siguientes mis pareceres.
No estaba para nada al tanto de la epopeya del la celebro, aunque la llegada de mesiánicos magnates al fútbol europeo me genera cierta intranquilidad. En lo futbolístico, aquí San Martín de Tucumán también tuvo un ascenso vertiginoso con cuatro saltos de categoría consecutivos. Lo hizo de la mano del mismo técnico, Juan Carlos Roldán, que agarró al equipo en 2004 en la Liga Tucumana, lo llevó luego al argentino B, acto seguido al A y una temporada más tarde se coronó en el Nacional B. Hoy en Primera cierto es que no peleará el título y penará por mantenerse en el círculo privilegiado del fútbol argentino, que mira de costado a los equipos de tierra adentro.
En el otro plano, la loable denuncia inicial de Rummenigge pierde todo valor cuando decide no sacar los pies del plato y se retracta de lo dicho con todas las letras.
Que la sociedad argentina esta enferma de sus vicios, con las defensas bajas y resignada es una triste realidad, de todos modos creo que aquí los dictadores que implantaron el terror en 1976 y 1983 también tienen, pese a quines todavía los defienden, su fuerte condena social. Lo mismo que quien gobernase el país durante la década del 90, quien con la fortuna que se robó y sin cargo de conciencia, paso de ser el hombre más poderoso del país a un despojo por nadie respetado.
Ya me extendí demasiado, perdón; parece más una nota paralela que un comentario.
Un gran abrazo.
Patricio:
Escribí tranquilo todo lo que tengas ganas, siempre es bienvenido.
Por cuestiones de extensión omití algunos detalles que, al parecer, son importantes. Junto con el técnico Rangnick, Hopp contrató a un equipo de reclutadores que recorren Alemania buscando jugadores juveniles para las divisiones menores de Hoffenheim; y para darte un ejemplo, a Marvin Compper se le compró a Borussia Mönchengladbach por doscientos mil euros hace un tiempo. En Gladbach pensaban que se habían sacado un plomo de encima y cobrando por ello; Compper estuvo en la última convocatoria del seleccionado alemán, juega en el líder del torneo y Borussia tiene un destino cierto de regreso a Segunda.
Lo más destacable es que es la ley la que les pone los límites a los eventuales excesos de Hopp y de cualquier "inversor" como él. En el ejercicio anterior, la Bundesliga fue segunda en ganancias después de la Premier League, que la supera largamente en interés.
Es verdad lo que decís de los dictadores, pero no tanto lo del otro sujeto, el que gobernó en los noventa. Tengamos presente que las elecciones de 2003 lo tuvieron como el candidato más votado. Casi veinticinco de cada cien argentinos querían que volviera a gobernar.
Te mando un abrazo y gracias por tu aporte constante.
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