Después del primer mes de experiencia germana, que se cumplió el domingo 9, debo decir que no puedo quejarme de cómo me ha recibido este país. Vivo y trabajo sin ningún tipo de inconveniente dentro del marco de una ciudad acerca de la cual ya les conté en los envíos anteriores.
Dicen que Colonia es un lugar especial de Alemania por la calidez de su gente, que difiere en este aspecto del resto de los alemanes. Alguna vez me referí al concepto que tenemos de ellos, a quienes definimos como gente fría y poco sociable. Estoy en lo de los franceses, como todos los mediodías. Olivier, fanático del rugby, me recibe con felicitaciones y un apretón de manos por la victoria de anoche de Los Pumas ante los suyos en el Mundial. Los nuestros les ganaron en el patio de su casa, en Saint Denis. Yo había pronosticado un triunfo con mucho trabajo de los azules, pero los de Loffreda defendieron como leones en el segundo tiempo e hicieron historia.
Para variar, afuera está nublado y la lluvia es una promesa que otra vez se cumple. Observo a mi alrededor en "Les saveurs de Provence" y veo las siete mesas ocupadas, incluyendo a la mía. Cualquier persona que entra saluda a todo aquel con quien cruce la mirada. Cada uno está en su tema, pero llama la atención la facilidad con la que nacen charlas de una mesa a otra. No son comentarios ocasionales sobre el tiempo, la caída de una servilleta o algo así. No se conocen, no se vieron nunca antes, pero conversan de cualquier cosa como si se conocieran de mucho tiempo. Mi escuálido alemán no me permite seguir la conversación, pero se los ve interesados en lo que dice el de la mesa de al lado; después de un rato, la distribución de las sillas no tiene nada que ver con el orden que tenían hace media hora. Esto es muy común verlo en cualquier café o restaurante y, cuando es necesario, los alemanes no tienen ningún inconveniente en hablar en inglés. Ya no me quedan dudas: sociables, son sociables; y extremadamente educados.
También es curioso lo que pasa a la hora de pagar. Si en la mesa hay dos o más personas, cuando se pide la cuenta viene la pregunta del mozo o de quien atienda: “¿getrennt oder zusamenn (separado o todo junto)?” Si no es una mesa ocupada por una familia, la respuesta mayoritaria es getrennt. Se le hace la cuenta a cada uno, paga y listo. Cuando alguien se va antes que el grupo que lo acompaña, pasa por la caja, recita todo lo que consumió y le cobran. Muchas veces, en las mesas con parejas o personas en tratativas para formarla, la que paga es la mujer. Hay otra situación que se observa con mucha frecuencia, que debiera parecernos normal y a la cual, lamentablemente, nosotros no estamos acostumbrados: puede suceder que haya un error en la cuenta y el beneficiado sea el cliente; éste, inmediatamente, advierte de la equivocación a quien sumó mal. Siempre. Lo hacen con la misma convicción con la que esperan los centavos de vuelto, tras lo cual dejarán la propina.
El fin de semana que pasó lo tuve libre porque la Liga entró en receso por el compromiso de la selección por las eliminatorias de la Eurocopa 2008. Dediqué toda la tarde del domingo a caminar por la ciudad. Frente a la catedral, hay una muestra de imágenes de los ataques nucleares de Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945. Allí se ven fotos espantosas y cuadros que aluden al tema, además de los testimonios escritos de algunos sobrevivientes. Cuesta desatar el nudo de la garganta para retomar la caminata.
Antes de llegar a la orilla del Rhein se pasa por la estación central de trenes de Colonia. Es increíble como el ferrocarril mueve a este país. El tránsito es incesante desde y hacia distintos puntos de Alemania y Europa. Planeando el viaje con cierta antelación y comprando el pasaje por Internet se consiguen muy buenos precios, por lo que es el medio de transporte preferido para cubrir recorridos cortos y medios; hay quienes también lo prefieren para trayectos más largos.
Una vez en la costa, hay que cerrar bien el abrigo porque el viento es frío. Justo detrás de la catedral hay un par de embarcaderos de los cuales parten los barcos que ofrecen viajes y paseos. Se puede navegar una hora por siete euros (tres para los chicos) y esas mismas empresas ofrecen programas de todo un día que cuestan un poco más de veinte. También se puede viajar a las ciudades cercanas –Bonn, Düsseldorf- por vía fluvial. A cada rato pasan también barcazas en las que se transporta todo tipo de elementos. El Rhein, que también recorre ciudades como Estrasburgo, Karlsruhe, Mannheim y Duisburgo, tiene más de 1300 kilómetros de longitud y desde 1868 es considerado como “aguas internacionales”, lo que le permite a la mediterránea Suiza acceso al Mar del Norte sin ningún tipo de restricción. Desde el punto suizo más cercano a la desembocadura, Basilea, son alrededor de 880 kilómetros de aguas navegables para llegar a Rotterdam, en Holanda, donde finaliza el curso del río.
Se hizo de noche y hace frío. Después de la caminata de vuelta, de casi cincuenta cuadras, el café con leche me devuelve la energía que consumí. Mientras, se pone en marcha la computadora para empezar a escribir.
Para variar, afuera está nublado y la lluvia es una promesa que otra vez se cumple. Observo a mi alrededor en "Les saveurs de Provence" y veo las siete mesas ocupadas, incluyendo a la mía. Cualquier persona que entra saluda a todo aquel con quien cruce la mirada. Cada uno está en su tema, pero llama la atención la facilidad con la que nacen charlas de una mesa a otra. No son comentarios ocasionales sobre el tiempo, la caída de una servilleta o algo así. No se conocen, no se vieron nunca antes, pero conversan de cualquier cosa como si se conocieran de mucho tiempo. Mi escuálido alemán no me permite seguir la conversación, pero se los ve interesados en lo que dice el de la mesa de al lado; después de un rato, la distribución de las sillas no tiene nada que ver con el orden que tenían hace media hora. Esto es muy común verlo en cualquier café o restaurante y, cuando es necesario, los alemanes no tienen ningún inconveniente en hablar en inglés. Ya no me quedan dudas: sociables, son sociables; y extremadamente educados.
También es curioso lo que pasa a la hora de pagar. Si en la mesa hay dos o más personas, cuando se pide la cuenta viene la pregunta del mozo o de quien atienda: “¿getrennt oder zusamenn (separado o todo junto)?” Si no es una mesa ocupada por una familia, la respuesta mayoritaria es getrennt. Se le hace la cuenta a cada uno, paga y listo. Cuando alguien se va antes que el grupo que lo acompaña, pasa por la caja, recita todo lo que consumió y le cobran. Muchas veces, en las mesas con parejas o personas en tratativas para formarla, la que paga es la mujer. Hay otra situación que se observa con mucha frecuencia, que debiera parecernos normal y a la cual, lamentablemente, nosotros no estamos acostumbrados: puede suceder que haya un error en la cuenta y el beneficiado sea el cliente; éste, inmediatamente, advierte de la equivocación a quien sumó mal. Siempre. Lo hacen con la misma convicción con la que esperan los centavos de vuelto, tras lo cual dejarán la propina.
El fin de semana que pasó lo tuve libre porque la Liga entró en receso por el compromiso de la selección por las eliminatorias de la Eurocopa 2008. Dediqué toda la tarde del domingo a caminar por la ciudad. Frente a la catedral, hay una muestra de imágenes de los ataques nucleares de Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945. Allí se ven fotos espantosas y cuadros que aluden al tema, además de los testimonios escritos de algunos sobrevivientes. Cuesta desatar el nudo de la garganta para retomar la caminata.
Antes de llegar a la orilla del Rhein se pasa por la estación central de trenes de Colonia. Es increíble como el ferrocarril mueve a este país. El tránsito es incesante desde y hacia distintos puntos de Alemania y Europa. Planeando el viaje con cierta antelación y comprando el pasaje por Internet se consiguen muy buenos precios, por lo que es el medio de transporte preferido para cubrir recorridos cortos y medios; hay quienes también lo prefieren para trayectos más largos.
Una vez en la costa, hay que cerrar bien el abrigo porque el viento es frío. Justo detrás de la catedral hay un par de embarcaderos de los cuales parten los barcos que ofrecen viajes y paseos. Se puede navegar una hora por siete euros (tres para los chicos) y esas mismas empresas ofrecen programas de todo un día que cuestan un poco más de veinte. También se puede viajar a las ciudades cercanas –Bonn, Düsseldorf- por vía fluvial. A cada rato pasan también barcazas en las que se transporta todo tipo de elementos. El Rhein, que también recorre ciudades como Estrasburgo, Karlsruhe, Mannheim y Duisburgo, tiene más de 1300 kilómetros de longitud y desde 1868 es considerado como “aguas internacionales”, lo que le permite a la mediterránea Suiza acceso al Mar del Norte sin ningún tipo de restricción. Desde el punto suizo más cercano a la desembocadura, Basilea, son alrededor de 880 kilómetros de aguas navegables para llegar a Rotterdam, en Holanda, donde finaliza el curso del río.
Se hizo de noche y hace frío. Después de la caminata de vuelta, de casi cincuenta cuadras, el café con leche me devuelve la energía que consumí. Mientras, se pone en marcha la computadora para empezar a escribir.
1 comentario:
hola fernando me llamo hernan manetti soy de rio cuarto escucho mucho radio contiental me gusto y son tipos que me caen bioen en su independendica de criterio que tiene para decir las comentarios en lo s deportivo ,no lo puedo creer el giro que dio mi vida cuando leia el diario ole y veia tyc sports y ahora con esto es ocmo se em abrio mas la amplitud de criterio ssobre donde se asienta el mundo deportivoy esto el peridismo es algo que siempre me gusto ,una carrera que nunca segui empeze una carrera docente a mi me gusto estar en TEA OJALAalgun dia pueda empezarla ahora estudio profesorado en geografia nada era solo eso que la pases bien en colonia lo mejor para vos en los relatos en la bundesliga un abrazo exitos
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